La muerte del ex dictador argentino Jorge Rafael Videla, ocurrida hace ya una semana ha causado una diversidad de reacciones en Argentina y Canadá.
Videla murió solo, en una celda de la cárcel de Marcos Paz, cumpliendo varias condenas a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad.
En Mercedes, la ciudad natal del ex dictador, docenas de personas manifestaron anoche Jorge Rafael Videla para protestar contra su posible entierro en el cementerio local.
Signo de este momento histórico, en Argentina una mujer escribió con un marcador un cartel donde se podía leer: “Ni vivo ni muerto. Que no descanse en paz”.
Junto con Emilio Massera y Orlando Agosti, Videla encabezó un golpe de Estado que el 24 de marzo de 1976 derrocó al Gobierno constitucional de Isabel Perón, viuda de Juan Domingo Perón. Fue el inicio de una dictadura que duró hasta 1983 y que dejó un saldo de 30.000 personas muertas o desaparecidas, según organismos de defensa de los derechos humanos.
Para sus defensores, Videla encabezó una guerra contra la subversión y el comunismo.
Tras el golpe de Estado de 1976 comenzó la diáspora argentina por el mundo. Miles de argentinos llegaron a Canadá, en su gran mayoría como refugiados políticos.
Entre los argentinos que dejaron una Argentina sometida a una dictadura militar para instalarse en Canadá se encontraba el ingeniero Juan Miranda.
Detenido por los militares a fines de los años 70, con un hermano desaparecido, él paso un año detenido en la temible ESMA, la Escuela de Mecánica de la Armada, lugar donde los militares y represores argentinos cometieron las peores atrocidades.
A principios de los años 80, Juan Miranda llega a Toronto, donde empieza una nueva vida.
Él cuenta que el instante mismo en que se enteró de la muerte de Videla coincidió con un temblor de tierra en la provincia de Ontario.
Juan Miranda explica que, por encima de la muerte de Videla, lo que cuenta es guardar la memoria histórica y la continua búsqueda de justicia en Argentina.
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