El primer ministro de Canadá, Stephen Harper.
Photo Credit: PC/Adrian Wyld

El New York Times critica el silencio impuesto a los científicos canadienses

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La actitud del actual gobierno canadiense frente a la investigación científica y su difusión pública, sobre todo en áreas relativas a la protección del medioambiente, fue tema este fin de semana de un editorial en uno de los periódicos de mayor reputación en el mundo, el New York Times.

El editorial publicado el pasado sábado bajo el título “Silenciando a los científicos” critica severamente al actual gobierno canadiense, encabezado por el conservador Stephen Harper.

El periódico estadounidense publicó que en los últimos años, el gobierno de Canadá, dirigido por Stephen Harper, ha hecho que sea cada vez más difícil que los científicos financiados con fondos públicos puedan comunicarse con el público y con otros científicos.

El editorial señala que el gobierno canadiense empezó a actuar bastante mal en 2008, cuando les dijo a los científicos que trabajan en la Oficina del Medioambiente de Canadá que debían remitir todas las consultas en la materia a los oficiales del departamento de comunicaciones.

Actualmente, el gobierno canadiense está haciendo todo lo posible para controlar y restringir el flujo de información científica, especialmente aquella que tiene relación con la investigación sobre el cambio climático, la pesca y todo lo que tiene que ver con las arenas bituminosas de Alberta, que son la fuente del bitumen diluido que será exportado a través del controvertido oleoducto Keystone XL.

Los periodistas encuentran que no pueden contactar a los científicos que trabajan en las instituciones estatales y los propios científicos han organizado protestas públicas.

En Estados Unidos hubo problemas de este tipo en los años del republicano George W. Bush, dice el New York Times, cuando se les pidió a los científicos que sigan a pie juntillas la línea del partido en lo que concierne a políticas medioambientales y las especies en peligro de extinción. Pero nada de ello se cerca de lo que se está haciendo en Canadá.

Según el periódico estadounidense, la ciencia es la recopilación de las hipótesis y el ponerlas a pruebas constantemente. Para esto se requiere la comprobación y la doble confirmación de esas hipótesis.

La ciencia requiere la autocrítica y la voluntad de modificar incluso aquellas hipótesis consideradas como fundamentales si se demuestra que son incorrectas.

Pero nada de esto puede ocurrir si no existe una comunicación abierta y transparente entre los científicos.

El privar esta comunicación es más que un ataque a la libertad de cátedra. Es un intento para asegurarse de que el público en general permanezca en la ignorancia.

Las acciones del gobierno canadiense también están diseñadas para asegurarse de que nada se interponga en la explotación de los recursos naturales en el país,  ese esfuerzo febril de explotar la tierra y el mar con muy poca consideración por las consecuencias medioambientales.

La política de Harper parece diseñada para asegurarse de que el proyecto de explotación de las arenas bituminosas avance en silencio, sin sorpresas, sin malas noticias, sin la voz de alarma de los científicos que trabajan en las instituciones federales.

A toda la suma de contaminación que será causada por las arenas bituminosas, ahora hay que añadir otra: la degradación del flujo vital de la investigación y la información, señala finalmente el editorial del New York Times publicado este sábado.

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