Dick Cheney en Canadá
Photo Credit: Rufo Valencia

Dick Cheney visita Toronto

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¿Debería permitírsele el ingreso a Canadá al ex vicepresidente estadounidense Dick Cheney, un hombre que ha hecho que el mundo sea más horrible?, se pregunta Heather Mallick en un comentario publicado este miércoles en el periódico canadiense de mayor circulación, el Toronto Star.

La columnista del Toronto Star escribe que Dick Cheney dará una conferencia en Toronto este fin de semana. Y por lo visto, él ha vencido su miedo a Canadá y a los manifestantes contra la tortura que le obligaron a cancelar un discurso en Canadá en abril pasado.

La columnista se pregunta cómo es posible que otro criminal de guerra pueda cruzar nuestra frontera, señalando que ya Kissinger visita Canadá a menudo.

Lo concreto es que Cheney dará un discurso en el día de Halloween, ante el Foro de Toronto del Foro Económico Internacional de las Américas, en el Centro de Convenciones de la metrópolis canadiense.

¡Qué horror!, escribe Mallick, ironizando que en el Día de los Muertos saldrá sangre de los grifos y un repentino escalofrío envolverá la ciudad.

La última vez que Cheney estuvo en Canadá, tuvo que esconderse por horas de los manifestantes contra la tortura en Vancouver.

Cheney no nos entiende, explica la columnista del Toronto Star. Los manifestantes canadienses contra la tortura se presentan encapuchados y de rodillas ya que saben que una protesta acompañada de violencia destruiría los argumentos contra la tortura. Es más, ni siquiera le lanzan pasteles.

Por otro lado, unas máscaras de Halloween con el rostro de Cheney serían divertidas, sugiere Heather Mallick.

En 2007 Cheney ordenó a sus médicos que modifiquen el desfibrilador implantado cerca de su corazón para evitar que los “terroristas” puedan darle un shock inalámbrico. Podría haber ocurrido, insistió Cheney, ya que lo vio en un episodio de la serie de televisión Homeland.

Cheney, de 71 años, ha tenido seis ataques cardíacos y un trasplante y ha coescrito un libro sobre sus corazones. Me gustaría hacer la broma obvia, dice la columnista del Toronto Star, sobre un hombre sin corazón que insiste en que tiene dos, pero quién podría reírse, escribe la columnista del Toronto Star.

Cheney pasó el 11 de septiembre refugiado en un bunker. Para un hombre que le dio a Estados Unidos la fama de ser un país que tortura, que inventó el término cobarde de «técnicas mejoradas de interrogatorio», que estableció los llamados los «lugares negros», que eran prisiones secretas; para ser el hombre que arrasó con las libertades que alguna vez apreciaron los estadounidenses, Cheney tiene un miedo terrible a ser personalmente herido.

Esto es la tortura: ahogarse mientras un grupo de hombres le echa agua en la cara, volverse loco debido a la privación del sueño, el sometimiento al ruido y las luces, ser desnudado y ser golpeado hasta vomitar, ser sodomizado con botellas, ser alimentado con pan y agua, el que le den a uno orina para beber, ser golpeado en la cara con una barra de hierro, ser aterrorizado por los perros, tener que aguantar en posiciones estresante, ser pateado hasta morir.

Todo esto hacía parte del interrogatorio oficial. No fue un improvisado amontonamiento de prisioneros desnudos ejecutado por un grupo de tontos de capirote uniformados que tuvieron la suerte de encontrarse en Abu Ghraib, un lugar tan divertido para ellos.

Este es el mundo de castigo y tortura creado por Dick Cheney. Él nunca peleó en una guerra, ya que al igual que George W. Bush, Cheney se las arregló para no tener que ir a la guerra de Vietnam. Sin embargo, él inició guerras, las dirigió y las disfrutó.

No es su culpa que el presidente Obama haya mantenido abierta la prisión estadounidense de Guantánamo o que haya institucionalizado los ataques aéreos con naves no tripuladas que empezaron con Cheney.

En 2009, en un lapso de 10 meses Obama había autorizado un número de ataques con aeronaves no tripuladas equivalente a todos los que Bush autorizó en sus ocho años de mandato, escribe Jeremy Scahill en su impresionante atlas de crímenes, autodestructivos y sin sentido, “Guerras sucias”.

Cheney no puede ser culpado por la familia paquistaní que testifica en Washington esta semana sobre su abuela asesinada por un avión no tripulado, cuyo ataque fue probable autorizado personalmente por Obama como parte de las listas para matar que se discuten todos los martes en sus sesiones llamadas «Terror Tuesday».

Fue Cheney quien comenzó todo esto. Ciudadanos estadounidenses son asesinados por su propio gobierno sin juicio alguno.

El planeta entero se ha convertido en un campo de batalla sobre el cual vuelan libremente los drones, matando a cualquiera que se encuentre debajo.

El mundo se ha vuelto más horribles gracias a Cheney, el hombre que quería que Nelson Mandela siga en la cárcel.

Cheney es un hombre terrible, un pedazo de veneno congelado que ha traído miseria y dolor a cada parte del gobierno estadounidense que él ha tocado desde 1969, opina la columnista Heather Mallick, del Toronto Star,

¿Qué puede decir él sobre la economía a su audiencia de empresarios? «Háganse muy ricos para que gente como yo no pueda hacerles daño”, sería la esencia de su mensaje.

La ciencia médica ha logrado que el corazón muerto de un hombre siga bombeando sangre. Cheney está vivo, como un barco que navega siguiendo la moral de nuestros tiempos, flotando sobre la sangre de los demás.

Categorías: Internacional, Política
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