El 2014 podría ser recordado como el año en el que Canadá reemplazó una guerra por otras dos posibles.
Apenas arriada la bandera canadiense en Kabul, marcando formalmente el fin de la guerra de contrainsurgencia en Afganistán entre Canadá y los talibanes, Ottawa ya ordenaba el envío de aviones canadienses de combate CF-18 para bombardear a los combatientes del grupo armado Estado Islámico en Irak, ISIL por sus siglas en inglés.
El próximo año, el gobierno del primer ministro canadiense Stephen Harper tendrá que decidir si extiende o no la misión militar en Irak. También tendrá que decidir hasta qué punto involucrar a Canadá en los planes a largo plazo de la OTAN para controlar la expansión de Rusia.
En una entrevista de fin de año, el comandante supremo de la OTAN señaló que el mundo se convirtió en un lugar más peligroso en 2014, debido especialmente a que Rusia es una potencia nuclear.
El general estadounidense Philip Breedlove dijo que los países occidentales deberán comenzar a hacer frente a las raíces del extremismo islámico.
El teniente general canadiense Jon Vance señaló que el reto, especialmente en el caso de Rusia, es asegurarse de que el hundimiento de la economía no sea causa de una mayor inestabilidad ni de la aplicación de medidas políticas más peligrosas.
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