Al acabar enero, una gran parte de Canadá se encuentra bajo el helado manto de la nieve y el hielo. Toda resistencia es inútil. Después de todo, fue el invierno que derrotó a los ejércitos de Napoleón y Hitler cuando intentaron invadir Rusia.
Una historia inolvidable inspirada en estas latitudes boreales fue la que escribió Jack London. Se trata de una novela de aventuras publicada en 1903 y titulada The Call of the Wild, El llamado de lo silvestre. Ese título también ha sido traducido como El llamado de lo salvaje, o El llamado de la selva. Sin embargo, ni hay selvas en el Territorio de Yukón, escenario de la novela, ni la palabra “salvaje” es suficiente como para explicar la lucidez de las acciones de Buck, el perro que es uno de los personajes centrales de la historia.
Hubo varias películas a partir de este libro. Una de ellas, filmada en 1972, tuvo como actor estadounidense Charlton Heston, personaje desagradable al final de sus días debido a su ciego amor a las amas de fuego. Él mismo pedía que nadie viera esa película, por lo mala que le parecía, y que, además, fue filmada en Finlandia, muy lejos de Canadá.
Para esta ocasión he encontrado una adaptación decente de The Call of the Wild, El llamado de lo silvestre. Es una versión incompleta, sin grandes actores, con algo más de documentación, y que muestra justamente un momento de la historia en aquella locura colectiva que fue internarse en los bosques de Yukón buscando oro a fines del siglo XIX, en la fiebre del oro de Klondike.
En esta adaptación, filmada en la provincia de Columbia Británica, actúa el canadiense Shane Meier, nativo de Saskatoon, provincia de Saskatchewan.
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