Este fin de semana se llevó a cabo el congreso nacional del Nuevo Partido Democrático de Canadá en la ciudad de Edmonton. Un partido que se encontraba prácticamente todavía en duelo de su jefe Jack Layton, quien murió de un cáncer el 22 de agosto de 2011, después de haberlo llevado hasta las puertas del poder el 2 de mayo del mismo año, convirtiéndose en el jefe de la oposición oficial en el Parlamento de Ottawa.
Su muerte, dejó un gran vacío y se tuvo que lanzar una campaña al liderazgo del NPD que terminó con la elección de Thomas Mulcair a la cabeza del partido. Y fue Thomas Mulcair quien se enfrentó al conservador Stephen Harper y al liberal Justin Trudeau, en las últimas elecciones federales el lunes 19 de octubre de 2015.
EscucheComo ya sabemos, estas elecciones fueron ganadas por el jefe liberal Justin Trudeau, pero aunque los Conservadores de Stephen Harper perdieron el poder, le quitaron el puesto de oposición oficial al Nuevo Partido Democrático de Thomas Mulcair. Una derrota amarga para el líder neo demócrata quien en un momento de la campaña electoral tenía el viento en vela y acariciaba la idea de ganar esas elecciones.
Esa derrota la cayó muy mal a los miembros del NPD, quienes culparon a su jefe de no haber sabido llevar el partido al poder. La credibilidad de Thomas Mulcair como jefe comenzó a ser cuestionada. Y aunque sabiendo que la base estaba inconforme, el jefe neo demócrata llegó a Edmonton confiado en que podía continuar a llevar al partido hasta las próximas elecciones dentro de 4 años.
Pero ese no fue el caso. Más de la mitad o sea 52% de los 1800 delegados reunidos en Edmonton, sellaron su suerte y le mostraron la puerta. Muchas predicciones se habían hecho en los últimos días sobre el apoyo que obtendría Thomas Mulcair, pero nadie se imaginó que fuera un porcentaje tan bajo.
Finalmente y desafortunadamente para Thomas Mulcair era como la crónica de una derrota anunciada. A medida que el fin de semana transcurría, dice la analista política Chantal Hebert, se vió que la única y gran esperanza para Thomas Mulcair era que los delegados se convencieran entre ellos que finalmente sería mejor darle la oportunidad por 2 años más.
Pero la suerte estaba echada para el jefe del Nuevo Partido Democrático y según la analista política, por varias razones, se veía de lejos que tendría una gran dificultad en alcanzar el 70% cualquiera que fuera la situación. Primero que todo llegaron 1.000 delegados más de lo que se esperaba y las malas lenguas decían que esa gente no se había desplazado hasta Edmonton, para darle palmaditas en la espalda al jefe, sino más bien para empujarlo hacia la puerta.
Chantal Hebert dice que Thomas Mulcair adoptó una posición casi suicida, porque se interpuso entre dos grupos antagonistas. Un tercio de los delegados venía de Alberta. El jefe neo demócrata antes de su llegada a Edmonton había dado una entrevista a CBC en la que hizo un guiño a la gente que decía que no debería haber proyectos de oleoductos y que en nombre de la lucha contra los cambios climáticos habría que dejar esos recursos en el suelo. “Era como lanzar una piedra a un avispero antes de ir a recoger frambuesas”, dice Chantal Hebert.
Para los delegados de Alberta e incluso para la primera ministra neo demócrata de esa provincia Rachel Notley, su voto no sería para alguien no esté dispuesto a apoyar la industria petrolera de la provincia y los proyectos de oleoductos.
Por todas estas razones, la suerte de Thomas Mulcair estaba echada antes de que comenzara el congreso de este fin de semana en Edmonton, Alberta.
Gravel le matin/Yvon Godin, ex diputado/Chantale Hebert, analista política/Internet
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