Con la inauguración de la presidencia de Donald Trump en la próxima semana, el primer ministro Justin Trudeau se sintió obligado a hacer algunos cambios importantes en su equipo.
Photo Credit: (Associated Press/Canadian Press)

Cambio de gabinete canadiense, un movimiento muy audaz.

El primer ministro Trudeau ha renovado el gabinete que reunió hace apenas más de un año con el objetivo, al parecer, de crear una versión más enérgica del original para resistir al nuevo vecino, más belicoso. Cierto o no, los rumores indicaban que la llegada de Donald Trump a la presidencia de EE.UU fue lo que llevó al primer ministro Justin Trudeau a reorganizar su gabinete. Este fue un factor importante, pero no el único.

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El primer ministro Trudeau con los nuevos ministros © CBC

Si bien el ejercicio afecta a pocos ministros, ese cambio sin embargo, “es revelador del enfoque y del temperamento de Justin Trudeau”, indica un editorial del periódico Le Devoir.

El señor Trudeau procedió con firmeza, enviando un mensaje claro a sus ministros. “Los que no estén a la altura de sus expectativas no tendrán larga vida, independientemente de su estatus”. La salida del ministro de Relaciones Exteriores Stéphane Dion, da testimonio de eso, al igual que la de Mary Ann Mihychuk, ex ministra de Manitoba, que ocupaba el cargo de ministra del Empleo, del desarrollo y del trabajo. John McCallum, ministro de Inmigración, deja también el cargo a cambio de a una oferta que no podía rechazar, la de embajador en China.

La sustitución del ex canciller Dion, quien tuvo problemas en algunos temas delicados, como el de la venta de vehículos blindados a Arabia Saudita, se había vuelto necesaria a los ojos del equipo de Trudeau en la víspera de la llegada del presidente estadounidense, Donald Trump.

Stéphane Dion, exministro de Asuntos Exteriores de Canadá © ADRIAN WYLD

El programa económico sin ninguna duda proteccionista de este último, su cuestionamiento del TLCAN y sus repetidas amenazas a los fabricantes de automóviles de Estados Unidos, requerirá una diplomacia inusual de Canadá para proteger sus intereses.

La elección de Chrystia Freeland como ministra de Relaciones Exteriores entonces es prometedora. Por su mera presencia, es parte del mensaje sutil a la futura administración Trump. Es una negociadora apasionada, como lo demuestra  el reciente acuerdo comercial (y mucho más grande, de hecho) con Europa, políglota, autora de un libro destacado en todo el mundo sobre  la aparición de los que ella califica de plutócratas, los «súper ricos» que detentan el poder político.

Saliente ministro de Comercio Internacional, un puesto en el que se destacó, seguirá siendo responsable de las relaciones comerciales con Estados Unidos.

“Este mandato muy particular hace temer sin embargo, que ella sea sobre todo la ministra de las relaciones entre Canadá y Estados Unidos. No hay duda que será una prioridad en 2017, pero los intereses de Canadá van mucho más allá de ese horizonte”, indica el diario Le Devoir.

“Como ministra de Relaciones Exteriores, Freeland será el principal punto de contacto y la voz principal en articular la firme posición pro-comercio de Canadá ante un presidente de Estados Unidos que dice que los únicos negocios buenos son los que les dan una clara ventaja a los estadounidenses.  Ella será la promotora de la globalización en un momento en que se ha convertido en una palabra sucia no sólo en Washington, sino en Londres, Roma y otras capitales”.

– Chris Hall, Editor de Asuntos Nacionales de CBC

Chrystia Freeland es descrita como la persona adecuada para el trabajo que podría desplegar bajo la presidencia de EE.UU. Donald Trump: una canciller con *una red más amplia y profunda de alianzas que nadie tuvo desde [Lester B.] Pearson*. © (Sean Kilpatrick / Canadian Press)

La promoción de Freeland entonces, tiene varias aristas. Es parte de una estrategia metódica y prudente adoptada desde hace meses por el gobierno de Trudeau ante un futuro gobierno de Estados Unidos, cualquiera fuera el mismo.

Es sabido que Trudeau se ha negado desde el inicio de la campaña estadounidense, a comentar las declaraciones y acciones de Donald Trump calmando de esta manera  la susceptibilidad del fogoso candidato.

“El  objetivo de Trudeau, recuerda Le Devoir, es proteger los intereses de Canadá abriendo el camino a una relación productiva con Washington”. Es así entonces que los miembros más cercanos a Trudeau se fueron, junto  con el embajador de Canadá en Washington, David MacNaughton, y la ministra Freeland, a reunirse con los asesores más cercanos del Sr. Trump, y  en repetidas ocasiones.

Trudeau consultó también al ex primer ministro conservador Brian Mulroney y al ex embajador Derek Burney.

“Todos estos gestos, así como la elección de Freeland, están muy lejos de haber sido improvisados.  Hay demasiado en juego para Canadá para que sea de otro modo, y ese profesionalismo tiene algo de tranquilizador”, concluye en su editorial Manon Cornellier , del diario Le Devoir de Montreal.

Freeland y el rompecabezas ruso   

El ascenso en el gabinete de la ministra Freeland representa un reconocimiento tácito de que Rusia ha vuelto a ocupar el primer lugar de los asuntos mundiales y esa relación requiere que alguien tenga un profundo conocimiento de los problemas y de los actores, indica CBC.

Pero algunos analistas y académicos no se ponen de acuerdo sobre el significado de las relaciones que desarrollará Canadá con Rusia.

Justin Trudeau y Vladimir Putin en Turquía en noviembre © Facebook

Para  Dominique Arel, director de estudios ucranianos en la Universidad de Ottawa se trata de un «nombramiento audaz. Simbólicamente, es un movimiento muy, muy audaz.»

Arel dijo que Freeland, cuyos abuelos maternos eran ucranianos, «ha sido franca y articulada sobre la cuestión de Ucrania». Eso fue lo que la situó en la lista negra del Kremlin, junto a 13 canadienses,  después de la anexión de Crimea por parte de Rusia en la primavera de 2014.

Tanto Arel como Paul Grod, jefe del Congreso Ucraniano Canadiense, dijeron que no pueden imaginar que Freeland permanecerá en esa lista mucho más tiempo.

Freeland dijo a los periodistas que su posición en la lista negra es «una cuestión que debe resolver Moscú», y señaló que apoya el punto de vista del gobierno liberal de que es importante comprometerse con todos los países, incluyendo a Rusia, donde vivió cuatro años como periodista.

Para  Piotr Dutkiewicz, director del Instituto de Estudios Europeos y rusos de la Universidad de Carleton, Freeland, la principal diplomática del país, volverá a congelar el intercambio entre los dos países.

Asegura que la animosidad de Moscú hacia ella va más allá de las críticas sobre Ucrania. El Kremlin recuerda su libro, Sale of the Century sobre la cultura económica nacional de la cleptocracia.

«Creo que será un período de relaciones congeladas en ambos lados», dijo.

Pero como señala Chris Hall, de CBC, esto recién empieza.  Trudeau tiene su nuevo gabinete. Más fuerte espera él. Más joven. Todavía equilibrado entre hombres y mujeres.

Esos objetivos fueron cumplidos. El trabajo de promover la agenda comercial de Trudeau y enfrentarse a un nuevo presidente decidido cueste lo que cueste a afirmar el dominio estadounidense, acaba de comenzar.

Categorías: Economía, Internacional, Política
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