Un nuevo enfrentamiento entre bandas rivales de narcotraficantes se produjo en una prisión en el norte de Brasil, donde 26 reclusos ya habían perdido la vida en actos de violencia previos.
La guerra entre narcotraficantes ya ha dejado un saldo de al menos 140 muertos en las prisiones del país sudamericano, que padecen un grave problema de sobrepoblación y mal estado de su infraestructura.
Las fuerzas policiales del Estado de Rio Grande Do Norte se hicieron presentes rápidamente en el sitio, para intentar retomar el control de la situación.
En la noche del sábado 14 de enero, miembros del Primer Comando de la Capital (PCC), el grupo de narcotraficantes más poderoso del país, atacaron a integrantes de una banda rival en la cárcel de Alcaçuz, en el mismo estado del norte brasileño.
Una vez que las fuerzas del orden lograron recuperar el control por la primera vez, las autoridades pudieron contabilizar al menos 26 cuerpos sin vida.
Tal como ocurrió en otros enfrentamientos producidos en distintos centros de detención del país en el último mes, todos los asesinados fueron ultimados por decapitación. Algunos de los cuerpos se hallaban parcialmente mutilados y quemados.
La policía se había desplazado al perímetro de la prisión de Alcaçuz el sábado por la noche, pero su intervención se demoró debido a que algunos de los reclusos amotinados estaban armados.
Los efectivos identificaron a seis prisioneros que fueron los cabecillas de los brotes de violencia y espera transferirlos a otros centros de detención del país.
La prisión de Alcaçuz alberga a cerca de 1150 reclusos, cuando su capacidad debería permitir la presencia de sólo 620.
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