Los viejos rivales en el duelo de la salsa de tomate en Canadá.

Los viejos rivales en el duelo de la salsa de tomate en Canadá.
Photo Credit: CBC

La salsa de tomate y el patriotismo canadiense

French’s, la marca de salsa de tomate o ketchup, fabricado por una empresa estadounidense, ha decidido invertir en el patriotismo de los canadienses que quieren que su kétchup sea hecho con tomates cosechados en Canadá.

Esto como consecuencia de la decisión de los fabricantes del kétchup marca Heinz, quienes en noviembre de 2013 anunciaron que la planta productora de kétchup en Leamington, la segunda más grande de la compañía, cerraría en mayo de 2014.

Más de 800 puestos de trabajo locales se perdieron debido a que Heinz, el empleador más grande de la ciudad, puso fin a sus operaciones en el pueblito de Leamington, que es la capital canadiense del tomate.

Un campo de cultivo de tomates en Leamington, Ontario.
Un campo de cultivo de tomates en Leamington, Ontario © CBC

La población local lanzó un intento para salvar a la planta de Heinz que desde hace 105 años había estado presente en Leamington, incluyendo la creación de una una página de Facebook para recoger el apoyo al mantenimiento de la planta.

El cierre de esa fábrica marcó el inicio de un boicot al kétchup marca Heinz, promovido a través de las redes sociales como Facebook, lo cual le cayó como anillo al dedo a su rival, French’s, que ni corta ni perezosa, proclamó a los cuatro vientos que su kétchup era elaborado con tomates cultivados en Canadá.

Para aumentar su ventaja sobre Heinz, el fabricante de la salsa de tomate French’s decidió instalar una planta embotelladora de kétchup en la ciudad de Toronto, que produce unas 250 botellas de kétchup por minuto. Todo esto para ganarse a los canadienses a quienes les gusta la salsa de tomate.

Tras la patriótica movilización de los consumidores que decidieron boicotear el kétchup marca Heinz en defensa de los tomates canadienses, los fabricantes de French’s optaron por cerrar su planta en Ohio para trasladarla a Toronto, Canadá.

La antigua planta de fabricación de kétchup Heinz en Leamington, Ontario. Cerró sus puertas tras 105 años de actividad.
La antigua planta de fabricación de kétchup Heinz en Leamington, Ontario. Cerró sus puertas tras 105 años de actividad. © CBC

Anteriormente, una parte del kétchup vendido por French’s en Canadá era fabricado en Estados Unidos. Ese ya no es el caso. Ahora los tomates son canadienses, los obreros son canadienses y el kétchup es embotellado en Canadá, en los locales de la empresa Select Foods Product, en la región de North York de la ciudad de Toronto.

La decisión de embotellar la salsa de tomate en Toronto también es buena noticia para la empresa local Select Foods Product, el nuevo socio de la fabricante de kétchup French’s.

Andrew Mitchell, el dueño de Select Foods Product, explicó que su empresa invirtió millones de dólares para convertir espacios de almacenamiento no utilizados en áreas de producción precisamente porque sabía que había una demanda de parte de las personas que quieren vivir aplicando la famosa dieta de las 100 millas, o 160 kilómetros.

Esta dieta propone que la gente solamente consuma alimentos de temporada y que sean producidos al interior de un área de 160 kilómetros alrededor de donde ella vive.

El otro lado de la medalla es que para muchos granjeros, este patriotismo canadiense bañado de kétchup no ha significado una fuente de ingresos suficiente.

David Epp, un cultivador de tomates en Leamington, Ontario, dice que el precio que pagan los fabricantes de kétchup por sus tomates es tan bajo este año que se traduce en centavos de ganancia por botella de salsa de tomate.

Aunque la preferencia por productos fabricados localmente no siempre es favorable para los granjeros, tampoco es una garantía de que podrá sostener una marca a largo plazo.

El valor que las compañías otorgan a sus productos se construye a partir de una diversidad de elementos detrás de la marca, explica Marion Chan, de la firma TrendSpotter Consulting, quien añade que los elementos fundamentales del mercadeo, como el precio competitivo, se mantienen firmes.

Sin embargo, los canadienses buscan la emoción, la autenticidad, aquellas cosas que la gente valora y que van más allá de una etiqueta con el precio, explica Marion Chan, de la firma TrendSpotter Consulting.

Por encima de todo, dice Chan, un producto debe dar resultados favorables. Y en un mercado en el cual el kétchup marca Heinz era una fuerza dominante, será necesario algo más que un simple apetito de consumidor para hacer viable una economía local y cambiar los viejos hábitos de los canadienses a la hora de bañar las papas fritas con kétchup.

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Categorías: Economía, Internacional, Sociedad
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