Esta semana se conoció la decisión del gobierno canadiense de pedir disculpas e compensar con 10,5 millones de dólares canadienses a Omar Khadr, por los años que pasó detenido en Guantánamo y los padecimientos a los que fue sometido.
El joven nacido en Candá fue detenido en Afganistán en 2002, en el marco de una operación de las fuerzas especiales estadounidenses y acusado por la muerte de un militar de esa nacionalidad.
Khadr, que por entonces tenía 15 años, fue trasladado a la prisión de Guantánamo y sometido a interrogatorios y apremios por parte de agentes del servicio de inteligencia canadiense, quienes lo alentaron a firmar una confesión, a cambio de evitar ser condenado a una pena no inferior a 40 años de reclusión.
Los interrogatorios, que fueron grabados por las cámaras de seguridad de la prisión, permanecieron ocultos hasta que un fallo de la Corte Suprema Canadiense obligó a su difusión.
Fue entonces que pudo tomarse conocimiento de la irregularidad e ilegalidad de la situación, ya que el entonces adolescente fue sujeto al mismo procedimiento que se aplica a presos adultos, se le negó atención médica para las graves heridas que padecía y fue sometido a presiones psicológicas.
El entonces gobierno conservador canadiense se negó en todo momento a mediar para conseguir la devolución del preso o al menos una mejora en las condiciones de su reclusión. Muchos analistas vieron en esa actitud una decisión de las autoridades de Ottawa de convertir a Khadr en moneda de cambio, para asegurar las buenas relaciones con Washington.
Los cineastas Patricio Henríquez y Luc Côté se abocaron durante meses a trabajar sobre las grabaciones de audio y video de bajísima calidad, que dieron como resultado el documental “A usted no le gusta la verdad, 4 días en Guantánamo”.
No sólo se trata de un trabajo premiado y visto en todo el mundo, sino del único documento fílmico que existe hasta la fecha sobre la realidad macabra de Guantánamo desde adentro.
Patricio Henriquez contó más detalles en entrevista con Luis Laborda.
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