Una mujer palestina y sus hijos en un puesto de control del ejército israelí en Cisjordania

Una mujer palestina y sus hijos en un puesto de control del ejército israelí en Cisjordania
Photo Credit: Reuters

“No hay duda: Israel es un Estado de apartheid”

Neil Macdonald es columnista de opinión del difusor público canadiense Canadian Broadcasting Corporation. Fue corresponsal de CBC en Washington durante 12 años, y pasó otros cinco años informando desde el Medio Oriente.

En un artículo de opinión, Macdonald sostiene que desde la elección de Donald Trump, la colonización de los territorios palestinos ha aumentado con renovado entusiasmo.

Ha llegado el momento de estar de acuerdo con una larga lista de líderes políticos, académicos y figuras públicas israelíes tanto de izquierda como de derecha, incluidos tres ex primeros ministros, un ganador del premio Israel, dos ex jefes del servicio de inteligencia israelí Shin Bet, y uno de los principales periódicos del país, todos ellos han advertido que el estado judío se está convirtiendo, o ya lo es, en un Estado de apartheid. Yo elegiría la última caracterización, dice Macdonald.

Es interesante ver que dentro del discurso israelí, esta afirmación parece haberse convertido en rutinaria, mientras que continúa siendo radioactiva en Occidente, donde los enérgicos activistas pro-Israel escudriñan los medios, las universidades y la política, listos para declarar como antisemitismo o incitación a ello a cualquier uso de la palabra apartheid al referirse a Israel.

Basta ver la indignación y el veneno lanzado contra el ex presidente Jimmy Carter, bajo cuyo mandato fue firmado el acuerdo de paz entre Israel y Egipto, cuando tituló su libro publicado en 2006, “Palestina: paz no apartheid”.

De repente, para los partidarios de Israel, incluyendo parte de los cristianos evangélicos estadounidenses, Carter se transformó de estadista y ganador del Premio Nobel de la Paz en un viejo bajo el control de los terroristas.

Una foto tomada el 17 de enero de 2017 muestra nuevos apartamentos en construcción en el asentamiento israelí de Har Homa, situado en Jerusalén oriental, y una vista del vecindario árabe de Umm Tuba al fondo.
Una foto tomada el 17 de enero de 2017 muestra nuevos apartamentos en construcción en el asentamiento israelí de Har Homa, situado en Jerusalén oriental, y una vista del vecindario árabe de Umm Tuba al fondo. © (Thomas Coex/AFP/Getty Images)

Pero, como dijo una vez el fallecido Yossi Sarid, ex ministro de Educación y ex líder del partido político Meretz en Israel: «Lo que funciona como el apartheid, es aplicado como el apartheid y agrede como el apartheid, no es un pato, es el apartheid», recuerda el columnista canadiense.

El pasado junio, el ex primer ministro israelí Ehud Barak reiteró una posición que mantiene desde hace años: «Si seguimos controlando toda el área desde el Mediterráneo hasta el río Jordán, donde viven unos 13 millones de personas, ocho millones de israelíes, cinco millones de palestinos… si solo una entidad reina en toda esta área, Israel se convertiría inevitablemente, y esta es la palabra clave, inevitablemente, ya sea en no judía o no democrática”. El país, repitió Barak, se encuentra «en una pendiente resbaladiza» que terminará en el apartheid.

El proceso de paz ha colapsado por completo. La expansión de los asentamientos judíos en Cisjordania ha continuado, y desde la elección de Donald Trump, la colonización ha aumentado con un vigoroso entusiasmo.

De hecho, la existencia de estas colonias es celebrada de rato en rato con una serie de apariciones del Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

«Estamos aquí para quedarnos, para siempre», declaró hace dos meses en el asentamiento de Barkan, conmemorando el 50 aniversario de la ocupación israelí de Cisjordania. «No habrá más desarraigo de asentamientos en la tierra de Israel», decía Netanyahu.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu el 23 de mayo 2017.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump y el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu el 23 de mayo 2017. © Lior Mizrahi

Esta noción, “la tierra de Israel», a diferencia de la noción “Estado de Israel”, es un término utilizado por la derecha israelí para describir todo el territorio entre el río Jordán y el Mediterráneo, e inclusive más territorios.

El ministro de Justicia de Israel, Ayelet Shaked, y el de Educación, Naftali Bennett, han repetido que los palestinos deben entender que nunca tendrán un Estado. El ministro de Defensa, Avigdor Liberman, quien es un colono, dijo que «no hay esperanza» para la existencia de un Estado palestino acordado mutuamente, pero advirtió a Naftali Bennett contra la promoción de la anexión directa.

«Lo que proponen Bennett y su partido Jewish Home es un estado binacional clásico», dijo Liberman hace dos años. «Ellos necesitan decidir si están hablando de un Estado binacional entre el río Jordán y el Mediterráneo… o si están hablando de un estado de apartheid».

La lógica de Liberman parece ser que mientras los palestinos permanezcan bajo la ocupación y gobernados por una serie de leyes, con muchos menos derechos que los israelíes, entonces no es realmente el apartheid.

Esto en lugar de negarles un Estado pero dándoles el derecho al voto en alguna versión ampliada de Israel, algo que la derecha israelí considera como un suicidio nacional.

En la última década, la doctrina de Zeev Jabotinsky del»Muro de Hierro» ha dado lugar a un muro real, a veces de hierro, que se extiende aproximadamente a lo largo de las fronteras de 1967 de Cisjordania y Gaza.

Las principales carreteras al norte desde Jerusalén hacia Ramallah y Nablus, y al sur hacia Belén y Hebrón, ahora están bloqueadas por gigantescas barreras militares fortificadas.

Los aproximadamente 750.000 colonos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este tienen absoluta libertad de movimiento y su propia red de caminos, en los cuales está prohibida la circulación de la clase marginal palestina.

Los colonos sospechosos de crímenes tienen sus plenos derechos ante los tribunales israelíes. En cambio, los palestinos tienen que aguantar los tribunales militares, el encarcelamiento indefinido sin cargos, llamado «detención administrativa» y el castigo colectivo.

Los colonos tienen derecho a portar armas y usarlas en defensa propia. No los palestinos. Los colonos tienen derechos de propiedad. En cambio, los palestinos tienen reclamos de propiedad. Etcétera, dice Macdonald.

Netanyahu justifica esta situación como una cuestión de supervivencia nacional, advirtiendo que cualquier territorio concedido será ocupado inmediatamente por terroristas fundamentalistas decididos a destruir el Estado de Israel, un Estado que tiene armas nucleares, tanques, aviones de combate, sistemas de defensa de misiles y más de 600,000 soldados.

Funeral de un joven palestino asesinado a tiros por el ejército israelí, según médicos, en enfrentamientos cerca de Hebrón.
Funeral de un joven palestino asesinado a tiros por el ejército israelí, según médicos, en enfrentamientos cerca de Hebrón. © Ammar Awad / Reuters

Su definición de terrorismo es matizada. En un evento hace unos años en conmemoración del 60 aniversario del atentado con explosivos en el Hotel Rey David, cometido por la organización paramilitar sionista Irgun, considerado como un acto terrorista por el gobierno británico hasta el día de hoy, Netanyahu presentó a los perpetradores del atentado como legítimos combatientes militares, y advirtió al indignado Gobierno británico que tenga cuidado con su lenguaje

Aparentemente, se necesita una visión del mundo elástica para mantener el status quo.

Cuando el partido Fatah de Mahmoud Abbas firmó recientemente su reconciliación formal con los «terroristas» de Hamas, que gobiernan Gaza, tanto Israel como Estados Unidos se opusieron, reclamando que tal unión ponía en peligro… el proceso de paz.

Los colocadores de bombas de Irgun más tarde formaron parte del naciente gobierno de Israel, y el ex jefe del Irgun, Menachem Begin, se convirtió en primer ministro de Israel.

El hecho de que los terroristas de hoy tienden a convertirse en los hombres de Estado de mañana, es aparentemente irrelevante en este contexto.

En cualquier caso, la pendiente resbaladiza descrita por Ehud Barak está ahora en el espejo retrovisor. El estado de apartheid en Israel descrito Yossi Sarid es una realidad. Aceptemos esto, abandonemos toda pretensión contraria y pasemos a otra cosa, dice finalmente el periodista Neil Macdonald en una columna de opinión.

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Categorías: Internacional, Política
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