Fundación Romero de Canadá.

Cuando el sueño canadiense se convierte en una pesadilla

“Es la primera vez que nos tocó manejar una situación como esta, porque nosotros es la primera vez también que estamos trabajando con solicitantes de asilo. Nosotros hemos trabajado más que todo con inmigrantes recibidos, que vienen ya con su residencia, que tienen muchos años de vivir acá e incluso algunos son ya retirados. Eso era lo cotidiano que siempre habíamos tenido” Marta Viscarra, Coordinadora de programas de ayuda en la Fundación Romero de Canadá.

La Fundación Romero de Canadá se había dado como objetivo, ayudar a los inmigrantes latinoamericanos y en particular a los salvadoreños en lo que respecta a los servicios de interpretación y traducción. Pero con el correr del tiempo fue ampliando la gama de servicios, como informar a los inmigrantes latinos recién llegados en lo relacionado a la búsqueda de viviendas, escuelas, servicios sociales y servicios médicos, entre otros.

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Otros de los servicios muy apreciados es la ayuda que ofrecen a las personas de la tercera edad, para que salgan del aislamiento y la exclusión. Porque al llegar a esa edad, cuando la gente está retirada, tiene la tendencia a quedarse encerrada en su casa.

Fundación Romero de Canadá.

La fundación Romero ofrece algunos programas para ayudar a estas personas a salir de sus casas y a que tengan una vida social un poco más activa con talleres populares que los ayuden a entretenerse durante los días que visitan los locales de la fundación.

Pero en los últimos años, los servicios que ofrece la fundación se han ido ampliando y diversificando debido a la afluencia cada vez mayor de solicitantes de refugio en este país procedentes de distintos lugares de América y del mundo.

Y durante el fin del año pasado se presentó una situación muy particular que a la Fundación nunca antes le había tocado manejar. Hay que decir que las temperaturas de fin de año fueron muchísimo más bajas que de costumbre.

Cuando los solicitantes de refugio llegan a Canadá en búsqueda de una vida mejor para ellos y sus familias, muchas veces cuando llegan en pleno invierno, no tienen entre sus pocas pertenencias las ropas apropiadas para hacer frente al duro invierno y mucho menos para enfrentar las temperaturas extremadamente bajas que hemos conocido desde fines del año pasado.

Fue así como dos mexicanos solicitantes de refugio vieron su sueño canadiense convertirse en una pesadilla, que le costó al uno la vida y al otro la amputación de una pierna.

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Conversamos con Marta Viscarra, Coordinadora de programas de ayuda en la Fundación Romero de Canadá sobre esta trágica y triste historia que les tocó manejar y que al mismo tiempo los ha ayudado a madurar en cuanto a los servicios que pueden ofrecer.

Categorías: Inmigración y Refugiados
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