A las puertas de las prótesis sensibles. REUTERS/Tyrone Siu

Restituyen sensación de movimiento a personas amputadas

Un desarrollo de investigadores canadienses e internacionales podría devolver a las personas sometidas a amputación el sentido del movimiento a través de sus prótesis.

Según los participantes en la iniciativa, entre quienes se cuenta a la Universidad de Nuevo Brunswick, el descubrimiento podría convertirse en un hito científico.

La integración entre prótesis y el cuerpo más cerca de la realidad. REUTERS/Jim Young.

Las investigaciones tendientes a lograr la restauración del sentido de la cinestesia comenzaron hace al menos 50 años, pero hasta el momento no habían dado los resultados buscados.

La cinestesia hace referencia a las sensaciones que informan al cerebro sobre la ubicación en el espacio de las distintas partes del cuerpo, determinando en base a los datos recibidos la interacción física con lo que nos rodea.

La amputación de un miembro deja a la persona que la padece sin la posibilidad de contar con la información que la parte mutilada debería captar y transmitir. Aun cuando esos miembros sean reemplazados por prótesis, las sensaciones que se obtienen a partir de las mismas son infinitamente más limitadas o casi inexistentes.

Las prótesis tradicionales son apenas un sustituto estético del miembro perdido. REUTERS/Suhaib Salem.

Al restaurar la sensibilidad intuitiva ligada a la presencia y movimiento del miembro original, se reduce la brecha existente entre la información que recibe el cerebro a partir de esa parte del cuerpo y la que le envía un prótesis.

El equipo de investigadores llevó a cabo su experiencia mediante la utilización de pequeños robots de gran potencia, que hacen vibrar músculos específicos, reproduciendo la sensación de movimiento.

En una las experiencias realizadas, se recrearon los impulsos generados por una mano que se abre y se cierra. Esa información, transmitida al cerebro de la persona, daba a esta la sensación de movimiento de la mano y dedos que ya no tenía. En su lugar, el paciente no sólo percibió ese movimiento sino que sintió a la prótesis como parte integrante de su cuerpo.

En contacto con la agencia The Canadian Press, el profesor Jon Sensinger, director asociado del Instituto de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Nuevo Brunswick, se mostró entusiasmado con el trabajo.

La restitución de la sensibilidad permitirá realizar maniobras más complejas. REUTERS/DARPA

El científico canadiense describió lo que ocurre en una situación normal: la mayoría de las personas son capaces de cerrar sus ojos y tocar su nariz con su mano, sin tener información visual de lo que su miembro está haciendo.  Esa acción es posible gracias al sentido del movimiento, que en el caso de las personas amputadas ha sido dañado.

La restitución de la sensación debería permitir a las personas tratadas manipular sus prótesis de manera más eficiente, llegando incluso a realizar movimientos o maniobras complejas, de gran precisión.

La clave del avance

Uno de los puntos centrales de la investigación estuvo dado en la identificación de la manera en la que el cerebro percibe e interpreta los estímulos producidos por el movimiento.

Al respecto Sensinger describió el proceso diciendo que  el cerebro “detecta las vibraciones de los compartimentos musculares individuales, que funcionan conectados el uno con el otro. Resulta que estos marchan a una frecuencia bastante fija, de alrededor de 90 hertzios. Así que 90 veces por segundo están rebotando hacia arriba y hacia abajo”.

El profesor Jon Sensinger fue uno de los canadienses que participó en el desarrollo.
Foto: Rob Blanchard photo UNB.

El equipo de trabajo se valió de pequeños robots colocados en los tendones del paciente, a los que se hizo vibrar con la frecuencia precisa, recreando la ilusión del movimiento.

El paciente vuelve a sentir su cuerpo en su “totalidad”.

La unidad robótica en cuestión tiene el tamaño de una caja de fósforos, lo que facilita su ubicación en el interior de la prótesis, evitando así sumar partes extrañas y molestas al cuerpo de la persona.

Además de la Universidad de Nuevo Brunswick, también tomaron parte en el trabajo la Universidad de Alberta y la Clínica Cleveland en Ohio, Estados Unidos, que coordinó la experiencia.

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