8 años sin escuela, hoy los hermanos Gamboa reescriben su historia –

Si inmigrar es una de las experiencias más difíciles para una persona, ser inmigrante “sin papeles”, con papeles expirados o bajo cualquier tipo de estatus migratorio precario lo es aún más.

Según datos de 2017 de un estudio realizado por el Institut de recherche en santé publique de Montréal, el 70% de los inmigrantes indocumentados en la ciudad que fueron consultados no logran atender a sus necesidades básicas o a las de sus familias. De hecho, casi la mitad de ellos carecen de alimentos suficientes y el 40% temen ser deportados si intentan obtener servicios públicos, de salud o de educación para ellos o para sus hijos.

En este reportaje, les hablamos de la familia Gamboa, originaria de Colombia, que llegó a Canadá en 2011 solicitando refugio luego de haber pasado algunos años en Estados Unidos. Los Gamboa vivieron durante años en un limbo migratorio que impidió el acceso a la educación y a los servicios de salud a los tres hijos de la pareja, James, Mateo y Mark.

Hoy estos muchachos, que llegaron siendo niños, se imaginan un futuro luminoso porque a finales del mes de septiembre 2018, recibieron al fin el documento de residencia permanente en Canadá.

Ésta es su historia... 

Cuando todo comenzó...

La vida de la Familia Gamboa en Canadá tuvo un buen comienzo.

Al llegar en 2010, la madre, Luz Farin Díaz y el padre, Néstor Gamboa, fueron rápidamente aceptados como refugiados. La persecución política de la que fueron víctimas y la muerte de varios miembros de su familia en Colombia fueron más que suficiente para que se les diera el asilo.

Sus hijos, James, Mateo y Mark, no corrieron con la misma suerte. Los muchachos llegaron en 2011, siendo aún menores, con 16, 14 y 12 años respectivamente. Venían de Estados Unidos, donde nacieron. Y fue justamente su nacionalidad estadounidense la que complicó las cosas.

Apenas llegados, Luz y Néstor solicitaron el refugio político para sus hijos argumentando las mismas razones que en su propio caso.

Un año sí y al siguiente no

Durante el primer año, mientras Inmigración Canadá analizaba el expediente, los chicos recibieron el llamado "documento marrón" que equivale a una residencia temporal y que les otorga todos los derechos para aquellos recibidos por causas humanitarias y políticas en el país. Eso significó derecho a la educación y a los servicios de salud y un monto para satisfacer sus necesidades básicas. Pero, después de ese año todo cambió... 

El documento marrón tiene una vigencia específica que generalmente corresponde al tiempo durante el cual Inmigración Canadá analiza el caso de los solicitantes. Al expirar, si la aceptación del refugio no ha llegado, los solicitantes de refugio pierden sus derechos básicos y se convierten en indocumentados, de inmediato.

Los solicitantes pueden decidir apelar la decisión de las autoridades y solicitar una extensión de vigencia del documento marrón, a lo cual el ministerio responde positiva o negativamente según el caso.

Para los jóvenes Gamboa, la expiración de su documento y la negativa de Inmigración Canadá los convirtió en clandestinos, por 8 añosToda su adolescencia.

Eso significó que no pudieron ir a la escuela ni tener atención médica gratuita como cualquier niño canadiense. Una realidad que los marcó.

   

Vea su testimonio:

Su caso no es único…

El caso de los chicos Gamboa no es un caso aislado, es uno entre muchos. Numerosas familias se encuentran en situaciones de precariedad o vulnerabilidad migratoria. Algunos con documentos expirados, otros sin papeles simplemente. Y las consecuencias emocionales y en la salud pueden ser graves.

En 2013, la doctora Maria Victoria Zunzunegui, ex profesora del Departamento de Medicina Social y Preventiva de la Universidad de Montreal, se interesó al estado de salud de los inmigrantes que se deteriora después de su llegada al país. El estudio confirmó que los niños de familias inmigrantes están más sanos que los de familias quebequenses cuando las condiciones son favorables. Sin embargo, el empleo precario, el desempleo, los ingresos insuficientes, la falta de apoyo social y la discriminación tienen un impacto negativo en la salud mental y física de los inmigrantes y sus hijos”.

Las observaciones de Verónica Islas, directora general del Carrefour de ressources en interculturel, un organismo que promueve el acercamiento intercultural van en la misma dirección. En su experiencia, la precariedad deteriora el bienestar de los indocumentados y de sus hijos.

 

Cambios en 2018  

Hasta antes del regreso a clases en septiembre 2018, se calculaba que en la región de Montreal había todavía alrededor de 1.000 niños y jóvenes menores de edad sin papeles o con una situación migratoria precaria.

Ya desde el año 2013, a pesar de las dificultades para estimar cuántos menores se encuentran en la misma situación, el Colectivo Educación Sin Fronteras calculaba que en la ciudad vivían entre 30.000 y 40.000 inmigrantes indocumentados, entre ellos muchas familias. Invisibles, decían entonces los miembros del colectivo, la mayoría de esas personas vive con el temor de ser rastreados por la inmigración si sus hijos asisten a la escuela.

Hechas públicas, estas informaciones obtuvieron una atención mediática importante, lo que generó a su vez presión sobre el gobierno liberal quebequense de la época.  En 2017, el ministro de la Educación de Quebec, Sébastien Proulx, presentó el proyecto de ley 144 que fue aprobado poco después por la totalidad de la Asamblea Nacional de Quebec en junio 2018. El proyecto de ley estipula que: 

«Todo niño cuyos padres (o tutores) estén domiciliados habitualmente en Quebec tiene derecho a la educación gratuita hasta el final de la enseñanza secundaria (o hasta que cumpla 18 años).»

El futuro parece ser más alentador, pero…

Con la entrada en vigor de la La Ley de educación y otras disposiciones legislativas relativas principalmente a los servicios educativos gratuitos y la asistencia obligatoria a la escuela, se tiene esperanza de que de todos los miles de niños que habían sido excluidos con anterioridad de las escuelas de Quebec, una mayoría haya ingresado a la escuela en septiembre del 2018 para el nuevo año escolar.

En principio con esta nueva ley, todos aquellos menores con un estatus migratorio precario tienen ahora el derecho de ir a la escuela sin costo alguno.

Sin embargo, al Colectivo Educación Sin Fronteras le preocupa que muchos de ellos todavía no asistan a la escuela (especialmente en el caso de las familias en riesgo de deportación) si la nueva ley no se aplica rigurosamente. Steve Baird del Colectivo explica.

 

Y en el resto del mundo los niños sin papeles, ¿pueden ir a la escuela? 

En lo que se conoce como el derecho internacional, todo niño menor de 18 años tiene derecho a recibir una educación gratuita y los gobiernos de los países tienen la obligación de ofrecerla. Está escrito. En la práctica, sabemos que no es siempre el caso.

En algunos países por ejemplo, el acceso a la educación para las niñas particularmente sigue siendo difícil. Aún si son ciudadanas. 

En lo que respecta a los niños sin papeles, hay dos actitudes nos explica François Crépeau, experto en derecho de los migrantes y director del Centro de Derechos Humanos y Pluralismo Legal de la Universidad McGill. 

"Algunos países y gobiernos locales otorgaron el derecho a la educación a todos los menores sin importar su estatus migratorio o el de sus padres. En la ciudad de Toronto es así, las escuelas no pueden por ley pedir información migratoria a los padres."

En Quebec, hasta hace poco para inscribir a los niños a la escuela se les pedía o el acta de nacimiento de los padres o su papeles de inmigración. Recientemente las cosas han cambiado.

Pero en los hechos dice François Crépeau, quien fue de 2011 a 2018 el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos de los migrantes, mientras en la provincia francófona no se establezcan líneas claras, la nueva ley no podrá aplicarse adecuadamente: 

 

Para François Crépeau, mientras la separación entre las autoridades escolares y las inmigratorias no esté bien determinada, el acceso a la educación pública, gratuita y obligatoria para todos los niños no será una realidad. Todo dependerá entonces de la voluntad política. 

Para conocerlos mejor... 

James, Mateo y Mark esperan que un nuevo capítulo de su historia se abra a partir de ahora y los tres tienen mucha esperanza que el destino les depare muchas lindas sorpresas. La insistencia de sus padres, el apoyo de los amigos y del diputado federal Michel L'Heureux y la paciencia  dieron frutos y hoy, los jóvenes Gamboa son residentes permanentes en Canadá. 

Para los tres muchachos, la música parece ser el camino predilecto. Sin embargo, hoy, todo vuelve a ser posible. Los dejamos con una pieza musical que muestra lo mucho que James, Mateo y Mark han trabajado para ser quienes son hoy, a pesar de todo. 

James Di Steffano es el mayor y hoy tiene 23 años. Soñaba con seguir una carrera musical en Estados Unidos. Era miembro de un grupo de jazz de su escuela. Hoy, con ayuda de videos en internet ha aprendido a tocar guitarra y otros instrumentos y a componer piezas.

El más joven de los tres es Mark D'Angelo. Tiene 19 años. Es sonriente y decidido. Tiene alma de director musical. Toca el piano y la batería con facilidad. Continúa aprendiendo a tocar otros instrumentos, y eventualmente quiere seguir una carrera musical.

 

Mateo Alessandre es el hijo del medio, y acaba de cumplir 21 años. Es serio y calmado. Aún sin ir la escuela, Mateo ha desarrollado una pasión por el diseño, la informática, la fotografía y la producción musical. A simple vista, parece tener una sensibilidad especial.

 

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