Tres generaciones de Nguyen en Canadá, 40 años después de la caída de Saigón

Tres generaciones de Nguyen en Quebec
Tres generaciones de Nguyen en Quebec

La caída de Saigón, el 30 de abril de 1975, representó el final de un prolongado conflicto que costó millones de muertos y causó gigantescos daños en un país sobre el que cayeron cuatro millones de toneladas de bombas y 75 millones de litros de un herbicida, el agente naranja, que causó todo tipo de enfermedades y deformaciones.  La guerra empezó al final de la colonización francesa en 1946, con la división entre Vietnam del Sur y Vietnam del Norte, y acabó hace 40 años, cuando el Vietcong -la guerrilla comunista de Vietnam del Norte- tomó Saigón. En ese contexto es que  decenas de miles de vietnamitas huyeron a bordo de embarcaciones sobrecargadas. El destino de estas personas llamadas “boat people” o refugiados del mar había emocionado al planeta. La mayoría de los países occidentales habían abierto sus puertas a un gran número de estos refugiados.

De 1975 a 1999,  Canadá dio la bienvenida a 130.000 vietnamitas; 60.000 en un solo año, 1979-80.

Estos son los testimonios de tres generaciones de Nguyen: la abuela, que huyó de Saigón hacia Canadá hace 40 años, la hija, que recuerda el viaje, y la nieta, que se emociona hoy del destino que sufren  los migrantes en el Mediterráneo.

Thérèse Nguyen, la abuela

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Thérèse Nguyen, la abuela © Radio Canada

Ella tenía 37 años cuando, el 30 de abril 1975 escucha bombas que caen justo detrás de su casa en Saigón. Thérèse era funcionaria, y su esposo Vicent Nguyen, un corredor de seguros. Un amigo policía los llamó para advertirles: había que partir inmediatamente, el último barco con refugiados a bordo se prepara a abandonar el puerto.

Nguyen decidió huir sin perder un instante, con sus ocho hijos, de edades comprendidas entre 3 y 15 años. Las tres hermanas de Thérèse y sus dos bebés parten con ellos. Diez niños, vestidos sólo con sus pijamas, y cinco adultos se suben a un coche, dos motocicletas y dos bicicletas y se dan cita en el puerto. La historia de su exilio es una serie de milagros inverosímiles.

«Ese día, yo no sé por qué, no le tengo miedo a nada. Era ir, buscar el barco, contar los niños. Yo cuido de los niños. Siempre pienso en la supervivencia de la familia. Mi hijo menor tiene tres años. Tengo que ir a buscar agua para él y para los otros niños. Cuando se tiene hambre, podemos resistir, pero cuando se tiene sed, es peligroso. Yo no sé por qué en ese momento, yo no tenía miedo en absoluto, tenía confianza.”- Thérèse Nguyen

Zoonie Nguyen, la hija

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Zoonie Nguyen, la hija © Radio Canada

Ella tenía ocho años cuando su padre la llevó en su moto hasta el puerto de Saigón.  Zoonie se angustiaba por sus conejos que quedaron atrás. En el barco diseñado para transportar 500 pasajeros, ellos eran 4 000  huyendo de la guerra.

En la tercera jornada en el mar, el barco comienza a hundirse. Ella recuerda a un hombre que se disparó una bala en la cabeza justo a su lado. Su madre le contó que ella luego se desvaneció.

Y como por milagro un barco de cargamento danés pasa por el lugar en ese momento y transporta a los refugiados a Hong Kong. Allí permanecen 6 semanas hasta que los Nguyen inician el viaje a Canadá.

Al llegar a Montreal, sus padres, que tenían una vida acomodada en Saigón, tienen que partir de cero. Su padre tiene tres puestos de trabajo; su madre, dos: de día en la fábrica,  de noche en el hotel. Los niños, que comen mantequilla de maní en el desayuno, el almuerzo y la cena, tienen un solo objetivo: triunfar en la escuela para no decepcionar a sus padres que han sacrificado todo por ellos.

Los ocho niños Nguyen se graduaron en la universidad, seis en la Universidad McGill, uno en Concordia, otro en la UQAM.

Zoonie trabajó como ingeniera electrónica en Radio Canadá durante ocho años antes de fundar Talentelle, una empresa que ayuda a las mujeres a crear empresas.

«Me fui de Radio Canadá para encontrar mi verdadera misión en la vida, que es ayudar a los demás. Fui voluntaria durante tres años en Hong Kong para ayudar a las Naciones Unidas en los campos de refugiados vietnamitas. En esos tres años, he descubierto que las mujeres trabajan siempre muy duro, en Nepal, en India, en China, en Vietnam. Las mujeres trabajan mucho haciéndose cargo al mismo tiempo de sus hijos. Esas imágenes se quedaron detrás de mi cabeza. Fundé Talentelle para ayudar a las mujeres a encontrar su pasión dentro de ellas  y explotarla para los demás «, dice Zoonie.

«Mi pasaporte dice que soy canadiense. A mis raíces vietnamitas las volví  a encontrar en Saigón, pero en mi corazón soy una quebequense. Han pasado 40 años desde que estoy aquí, soy quebequense! Nunca he experimentado el racismo aquí, como en Hong Kong. » – Zoonie Nguyen

Maggie Nguyen, la nieta

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Maggie Nguyen, la nieta © Radio Canada

Maggie, que tiene doce años, no conoce Vietnam, pero ella encarna a la maravilla la herencia de sus abuelos y de su madre.

Los vietnamitas que huyeron de la guerra fueron capaces de transmitir a la generación nacida en Quebec esa voluntad excepcional para tener éxito.

Maggie tiene la ambición de cumplir el sueño de su abuela Thérèse, que quería que uno de sus hijos fuera un médico.

Ella, su madre y su abuela, que fueron recibidos con los brazos abiertos en aquel tiempo se preguntan ahora por qué esos mismos países cierran sus fronteras a los sobrevivientes del Mediterráneo llegados de África y Medio Oriente. Desde el comienzo de la guerra en Siria, en 2011, sólo 1.166 refugiados sirios llegaron a Canadá.

«Esto es terrible! Pienso en ello todos los días: ¿Qué puedo hacer para tratar de poner fin a estas cosas? No creo que esto debería ocurrir; la vida es muy preciosa. Si cierras las fronteras así, estas personas en los barcos morirán. » – Maggie Nguyen

La lengua francesa, factor de integración

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Mujeres refugiadas vietnamitas descienden del avión en el aeropuerto de Dorval el 26 de noviembre de 1978. © PC John Goddard

La comunidad vietnamita ha ganado rápidamente un lugar en la sociedad canadiense, gracias a su dinamismo y la riqueza de su cultura y tradiciones.

Hoy en día, Quebec y Ontario son las provincias donde viven la mayoría de canadienses de origen vietnamita. En particular, la comunidad vietnamita en Quebec, con más de 35.000 personas, ha desarrollado una relación especial con la sociedad de Quebec gracias a la lengua francesa.

Un cierto número de vietnamitas instruidos inmigraron  a Quebec en la década de 1960 aprovechando del Plan Colombo, un programa de becas para estudiantes vietnamitas para continuar su educación en una universidad francesa.

La mayoría de los refugiados vietnamitas que llegaron en los años 1970 y 1980 hablaban también francés.

La gran mayoría de los vietnamitas en Quebec viven ahora en el área de Montreal.

En unas pocas décadas, esta comunidad floreció y estableció diversas estructuras comunitarias. Cientos de vietnamitas han creado muchos negocios como restaurantes, tiendas de comestibles y farmacias.

 

 

 

 

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