El español y los adultos mayores en Canadá

ENVEJECER EN CANADA

Canadá es un país que envejece. El promedio de edad de su población es de casi 42 años. A las personas de 65 años y más se las llama “personas de la tercera edad”, o también “adultos mayores”. Al igual que los demás países ricos, Canadá tiene un creciente porcentaje de su población mayor de 65 años.

De acuerdo al Banco Mundial, el 17 por ciento de los canadienses tiene más de 65 años. Japón ocupa el primer lugar, con el 27 por ciento de su población con más de 65 años.

Al otro extremo se encuentran países sobre todo africanos como Níger y Uganda, donde la edad media de la población es de 15 años de edad. En Nigeria, país de 186 millones de habitantes, el promedio es de 18 años. En América Latina, los países más jóvenes son Guatemala, con un promedio de 22 años; le sigue Honduras, con 23 años, y Bolivia, cuyo promedio de edad es de 24 años.

De una población total de unos 37 millones de canadienses, más de seis millones son adultos mayores, según el Departamento de Estadísticas de Canadá. En 2015 las personas solteras de 65 años de edad o más tenían un ingreso medio, después de impuestos, de 26.300 dólares canadienses.

Sin embargo, no todos los adultos mayores envejecen en las mismas condiciones. Existe una brecha en la calidad de vida entre las personas mayores nacidas en Canadá y las que llegaron como refugiadas o inmigrantes.

Un estudio llevado a cabo en 2012 por el Departamento de Estadísticas de Canadá reveló que los inmigrantes mayores de 65 años son lo que viven con los ingresos más bajos. crónicos más altas se observaron entre. El 30% entre todos los inmigrantes de la tercera edad vive con ingresos crónicamente bajos. Este porcentaje supera el 50% entre los inmigrantes de la tercera edad de llegada más reciente al país. En cambio, el porcentaje de canadienses de la tercera edad nacidos en el país que vive con bajos ingresos llega aproximadamente al 2 por ciento.

EL ESPAÑOL PARA LOS ADULTOS MAYORES

Existen dos realidades para los adultos mayores y su relación con la lengua española. Para los que no la hablan, el español representa una ventana al mundo, una forma de conocer a los inmigrantes que se instalan en sus barrios y ciudades. Para los mayores cuya lengua materna es el español, es su principal herramienta de vida. Es una manera de romper la soledad y hacer frente al hecho de que para algunos de ellos, el francés y el inglés continúan siendo una barrera insuperable.

Para los canadienses de la tercera edad nacidos en el país y cuya lengua es el inglés o el francés, una de las recomendaciones para mantenerse en salud es aprender una nueva lengua.

Los médicos destacan que aprender una nueva lengua mantiene la agilidad mental, puede retardar el Alzheimer y permite sobre todo desarrollar una vida social. Esto cuando más de un millón de canadienses mayores dicen que se sienten solos, lo cual puede agravar problemas médicos latentes.

En parte debido a la proximidad de las raíces latinas, la lengua que los jubilados de habla francesa suelen escoger para aprender es el español. A esto se suma la preferencia de muchos canadienses de romper la monotonía y la crudeza del invierno pasando semanas, o meses, en las playas de Cuba, República Dominicana, México, Ecuador y otros países.

De acuerdo al Departamento de Estadísticas de Canadá, los 10 principales idiomas no oficiales que se hablan con más frecuencia en los hogares canadiense, según datos publicados en 2016 fueron el mandarín, el cantonés, el punjabi, el español, el tagalo, el árabe, el italiano, el alemán, el urdu y el persa (farsi).

EL ESPAÑOL EN CANADÁ

El español es la lengua de más de 460 millones de hablantes nativos y es el idioma oficial en 20 países. Tiene mayor alcance global que cualquier otro idioma, excepto el inglés. El mandarín tiene más hablantes, pero es oficial en un solo país; el francés es una lengua oficial en más países pero tiene menos de un tercio de hablantes nativos que el español.

El español no llegó a Canadá con los chilenos que en los años 70 se refugiaron en este país tras la llegada de la violenta dictadura militar en Chile. Tampoco llegó con los refugiados españoles que huyeron de la tiranía franquista en España. Crónicas y documentos muestran que ya en el siglo XVIII llegaron a Canadá marineros y naturalistas peruanos y mexicanos bajo la bandera del imperio español.

En la costa oeste, en lo que brevemente fue la isla de Quadra y Vancouver, se instaló un enclave hispano: Santa Cruz de Nutca, en un territorio en el que no habían asentamientos franceses o ingleses. Aún hoy, esos documentos de la época, redactados en español, son utilizados por los pueblos indígenas canadienses de la costa oeste en las cortes canadienses para demostrar que aquellos territorios les corresponden desde tiempos ancestrales.

“Creo que somos un millón en Canadá”, dicen un latinoamericano en Ottawa. Los datos del último censo canadiense se acercan a esa cifra.

En un país con dos lenguas oficiales, el inglés y el francés, y que ha sido definido como un país en permanente traducción,  el español, al igual que las demás lenguas de la inmigración, es una lengua menor que tiene que negociar sus espacios de uso y difusión. Una herramienta fundamental para atraer a los canadienses es la riqueza de las expresiones culturales llegadas con las distintas oleadas de inmigración.

Estas influencia abarcan desde lo más básico, como es el alimento y la diversidad de platillos que se han incorporado a la cocina canadiense, que va desde los tacos mexicanos, pasando por las pupusas salvadoreñas o los barros luco de la cocina rápida chilena. esto sin hablar de las empanadas argentinas y los sancochos colombianos, o las parihuelas peruanas o el platillo ropa vieja de los venezolanso. Por su parte, la paella española es tan canadiense como los platos de cuscus del Mahgreb en las grandes ciudades del país.

Esmeralda Beltrán es una mexicana que trabaja en la ciudad de Gatineau enseñando el español. Esta pequeña ciudad se encuentra al borde entre la provincia de Ontario, la más poblada en Canadá, donde viven más de 14 millones de personas, y la provincia de Quebec, cuya lengua oficial es el francés.

EL ESPAÑOL PARA LOS JUBILADOS EN GATINEAU

En Gatineau, ciudad fronteriza entre las provincias de Quebec y Ontario, ella enseña y anima talleres de práctica del español.  En un lugar llamado Cabane en bois rond, o la Cabaña de madera redonda, que ha sido construida con troncos de árbol al estilo canadiense, ella reunió a fines de febrero un grupo de jubilados canadienses para contarles algunos detalles de la historia del español en Canadá. Allí dieron su testimonio Alan Conway, Céline Ferrand, Nicole Cholette, Jacqueline Lebel, Louise Blanchet y Jeanne Desureault.

Ella explica que aprender el español es una actividad que atrae a los canadienses jubilados. Una de las tradiciones del invierno en Canadá es que muchos ciudadanos huyen del frío y se refugian en las playas del sur de Estados Unidos y los países más cálidos al sur, donde la lengua es el español. A estos canadienses se les llama “snowbirds” , o pájaros de la nieve.

Quebec es una provincia que ha dictado leyes para proteger la lengua francesa. La mayor amenaza es la asimilación al inglés. La frase “Somos 8 millones de habitantes rodeados por un océano de 350 millones de anglófonos”, refiriéndose a la población del resto de Canadá y la de Estados Unidos, ha servido de argumento para alimentar la causa del francés en esta provincia.

La realidad es que en Quebec se encuentra Montreal, la ciudad con el mayor número de personas trilingües en el país, que el bilingüismo está en constante aumento, que en Estados Unidos viven unos 50 millones de hablantes del español, y que las fronteras lingüísticas son fluidas.

Los jubilados canadienses que dieron testimonio señalaron que desde su punto de vista, el español no representa una amenaza para la identidad o la cultura quebequense, destacando más bien las afinidades culturales.

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