Un CF18 de l'armée canadienne dans une base koweïtienne

Aviones canadienses de combate CF18 en una base militar en Kuwait.
Photo Credit: Armée canadienne

¿Cuál es el papel de Canadá en la guerra de Irak?

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En su editorial del día, uno de los periódicos de mayor tiraje en Canadá, el Toronto Star, sostiene que bajo la cobertura de la «seguridad operacional», el ejército canadiense guarda un gran silencio desde que el primer ministro canadiense, Stephen Harper, anunció el despliegue de asesores militares en Irak.

El primer ministro Stephen Harper dice estar orgulloso del papel de Canadá en Irak luchando contra los combatientes religiosos del grupo armado Estado Islámico y lo que él llama «defensa de la libertad.» Por lo menos, eso fue lo que dijo en los actos del Día del Recuerdo. Pero uno apenas se daría cuenta de todo esto, debido al velo del secreto que su gobierno conservador ha impuesto a la misión.

Invocando el pretexto de la «seguridad operacional», el ejército canadiense ha mantenido un sigilo absoluto desde que Harper anunció el pasado 4 de octubre el envío de «varias docenas» de asesores militares a Irak.

Este secretismo ha aumentado innecesariamente el manto de silencio sobre la guerra en Irak, dice el editorial del Toronto Star.

Los periodistas canadienses no pueden acercarse para nada a la base militar en Kuwait, donde se encuentran los aviones canadienses de combate, de vigilancia y de reabastecimiento de combustible, además de unos 600 militares.

El gobierno de Harper se niega a comunicar al Parlamento lo que esta guerra les está costando a los ciudadanos canadienses. Tampoco tenemos una idea clara de lo que nuestros 70 asesores de combate están haciendo en el terreno. Por su lado, los militares están proporcionando detalles insuficientes y superficiales sobre los vuelos de vigilancia, las salidas de combate y los ataques que los aviones canadienses están llevando a cabo en Irak.

En contraste, nuestros aliados estadounidenses, australianos y otros han sido mucho más transparentes y responsables, sin poner en riesgo a sus tropas.

Los estadounidenses han estado proporcionando de manera clara, los costos de sus operaciones militares en Irak, que hasta el momento se elevan a unos 776 millones de dólares, lo que indica que esta guerra le costará a Washington aproximadamente unos 3.000 millones de dólares al año.

Los australianos están gastando otros 425 millones de dólares en sus operaciones en Irak, sobre una base anualizada.

Los estadounidenses, británicos y australianos también han ofrecido una información más detallada sobre las misiones de sus vuelos y sobre otras operaciones. Mientras tanto, a los canadienses no les queda otra que adivinar lo que su presencia militar está haciendo en Irak. Esto no está bien.

Desde el principio, Stephen Harper fracasó en su intento de convencer a los canadienses a lanzarse a esta guerra.

El Parlamento canadiense se hallaba profundamente dividido el 7 de octubre pasado, cuando se produjo el voto a favor de aprobar la actual misión por seis meses.

A falta de argumentos, los conservadores utilizaron una vez más el peso de su mayoría en el Parlamento para ganar la votación, pese a la oposición de los neodemócratas y los liberales.

Y mientras que dos de cada tres canadienses están de acuerdo con la decisión de Harper de enviar algunos aviones de guerra a Irak, según una reciente encuesta el mismo porcentaje se opone al envío de tropas de tierra. Harper corre el riesgo de perder el apoyo del público si éste siente que se le está manteniendo en la oscuridad.

Las encuestas señalan que los canadienses tienen poco interés en la ampliación de la misión, bajo la forma de un mayor compromiso, de una guerra terrestre y un despliegue militar que se extienda sin una fecha límite.

Y mientras Estados Unidos intensifica su participación, Ottawa está bajo la presión de seguir ese ejemplo. Recientemente se ha especulado sobre la posibilidad de que la aviación canadiense pueda bombardear objetivos en territorio sirio.

Al negarse a revelar el costo y el alcance de esta operación, el primer ministro Harper puede estar tratando de evitar el dar a la oposición razones para que ataquen a su partido en el Parlamento. No sería la primera vez que su gobierno ha recurrido a tales tácticas del secretismo y el oscurecer o negarse a dar cuentas o información.

Pero a medida que crezca la sospecha de que los conservadores tienen algo que ocultar, la ambivalencia de los canadienses hacia esta guerra puede transformarse en oposición. En todo caso, la transparencia es la mejor opción, dice finalmente el editorial del periódico canadiense Toronto Star.

Categorías: Internacional, Política
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