Photo Credit: Getty/ RAUL ARBOLEDA

¿El pueblo colombiano, está dispuesto a hacer la paz con las FARC?

El fin del conflicto armado no es el fin de la violencia en Colombia. Es el fin del uso de la violencia como un instrumento de accesión al poder

– Diego Osorio, experto del Observatorio canadiense sobre las crisis y  la acción humanitaria y consejero en Paz Sostenible para Colombia, PASO

Después de 52 años de conflicto armado, se firmó un acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El 2 de octubre, el pueblo colombiano será llamado a votar a favor o no de este acuerdo histórico.

¿Cuál es la percepción que tienen los ciudadanos colombianos respecto a ese proceso de paz?

Escuche

Diego Osorio le explica a RCI el contexto social y político en el que se llevará a cabo esa votación del pueblo colombiano después de la firma del acuerdo histórico de paz entre el gobierno y la guerrilla.

Diego Osorio, miembro del Observatorio sobre las misiones de paz de la Cátedra Raoul-Dandurand, UQAM

Uno de los elementos importantes a tomar en cuenta cuando se habla del conflicto armado dice, es la diferencia de percepción que se da en las ciudades versus las zonas rurales. Más bien hay una diversidad de posiciones lo que puede tener una incidencia en el voto.

Desde la perspectiva de aquellos que se oponen a la paz, la necesidad de un compromiso no es una prioridad esencial, señala. Y explica por qué.

Si usted estuviera al frente de un proceso de reconciliación nacional en Colombia, ¿por donde empezaría?

“Una cosa esencial en el caso colombiano es tomar en cuenta la estructura social, política e institucional del país. Es un país con mucho capital social, con muchas posibilidades, pero también es un país con una estructura social muy vertical, con poca movilidad social. Las perspectivas de aquellos que están abajo no es para nada la perspectiva de aquellos que están arriba. El factor esencial en este contexto es crear canales de empatía. Para que aquellos que están en las zonas altas puedan ver las realidades de los pobres y los pobres puedan entender la realidad de los ricos. Porque esto es una vía de doble sentido. Entonces, crear caminos de empatía. Crear a través de los medios espacios de diálogo. Espacios donde todos puedan reconocer la realidad del otro. Porque nadie quiere en Colombia el mal para el otro. Solamente que no están conscientes de la situación que el otro vive. Aunque todos están conscientes de lo frágil que es la situación social en todo el país. Entonces primero, la empatía.

Segundo: una cosa esencial para los colombianos. Desde mi punto de vista como alguien que ha trabajado en distintos conflictos a nivel internacional es que hay que entender que la situación de Colombia no es única. Desde el momento en que se empieza a comparar, a aceptar que la situación de este conflicto no es única, las soluciones, las posibilidades, los ejemplos son más accesibles. Y esto es algo en lo cual estamos trabajando mucho. Por ejemplo, desde el momento en que se diga que en El salvador ya hubo dos gobiernos guerrilleros y el mundo no se acabó al otro día, muchos en Colombia dirían que eso es imposible acá. Más sin embargo  no se trata de decir que habrá un gobierno guerrillero en Colombia sino de la posibilidad de que esta gente pueda participar en política si es viable. Y esas son realidades que necesitan un poco de un sentido más sopesado y más comparativo de la realidad de un posconflicto.  Los colombianos deben saber que lo de ellos no es único, es terrible, es una de las guerras más largas en el hemisferio occidental, pero las soluciones no son inaccesibles.  Existen y se han dado en otros sitios.

Tercero: no es el fin de la violencia en Colombia. Es el fin del uso de la violencia como un instrumento de accesión al poder. El día después de la paz, continuarán las bandas criminales, el crimen, continuarán muchos otros tipos de violencia. Pero el hecho de que ya no haya un elemento ideológico conectado con un proyecto de accesión al poder, que desafíe la legitimidad del Estado, es lo que se está acabando en este proceso. A partir de allí, las diferentes confrontaciones violentas y el rol del Estado contra los criminales, se harán según las leyes normales. Pero este es un conflicto donde hay un elemento ideológico, un elemento político y se tiene que acabar.  Porque desvía mucho la atención del Estado en su función esencial de mantener el rol de la ley y del orden dentro del territorio nacional. Y por ser así, porque hay una negociación, la negociación no es proceso donde se están aceptando pedidos inverosímiles de parte de la guerrilla.

De cierta manera se está reconfirmando lo que las instituciones decían que había que discutir. El proceso de paz reconfirma lo que se debería dar en términos de la tierra, lo que la Constitución ya había previsto como situaciones válidas para la reconstrucción. Es un punto de borrón y cuenta nueva en el cual se puede usar este momento, este punto de inflexión para introducir reformas institucionales afín de que Colombia pueda evolucionar bien en el siglo 21. No es nada extraño ni nada fuera de la institucionalidad. Es sobre todo una segunda oportunidad y una buena excusa para que la gente cambie la situación estructural, social y política de Colombia”.

Esto y más en el diálogo que mantuvo Diego Osorio, experto del Observatorio canadiense sobre las crisis y  la acción humanitaria y consejero en Paz Sostenible para Colombia, PASO, con Leonora Chapman.

Categorías: Internacional, Política
Etiquetas: , , , ,

¿Encontró un error? ¡Pulse aquí!

Por razones que escapan a nuestro control, y por un período de tiempo indefinido, el espacio de comentarios está cerrado. Sin embargo, nuestras redes sociales siguen abiertas a sus contribuciones.