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La historia de amor y nacionalismo entre los quebequenses y la Poutine

El Gran Diccionario Terminológico, GDT, de la Oficina Quebequense de la Lengua Francesa, integró el término “poutine” en el 2003 y lo define como “plato de restauración rápida hecho con una porción de papas fritas aderezado con pedacitos de queso y empapado con una salsa caliente”.

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El origen de la poutine, aunque sea un plato típicamente quebequense, es a nivel provincial controvertido. Varios lugares reivindican la paternidad de este plato popular. Lo que sí se puede decir a ciencia cierta, según los versados en el tema, es que sus orígenes remontan al Quebec rural de la década de los 50.

Una de las versiones más conocidas sobre el origen de la poutine es que fue creada por primera vez en el restaurante Le Lutin qui rit (El duende que ríe) de la pequeña ciudad de Warwick, situada en la región de Arthabaska. Un cliente le habría pedido al dueño del restaurante en 1957, que mezclara las papas fritas (a la francesa) con pedacitos de queso.

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Otro restaurante de la ciudad de Drummondville, Le Roy Jucep, registró la marca de comercio que enuncia ser el inventor de la poutine. Su propietario afirma que en 1964, fue el primero en servir la poutine bajo forma más conocida hoy, es decir: papas fritas, queso y salsa.

Pero también podría haber sido inventada en cualquier lugar de la provincia de Quebec, pero digamos que en la historia más reciente, el restaurante que reivindica no el título de inventor de la poutine,  sino el de “revolucionario de la poutine” es La Banquise de Montreal.  Este restaurante ofrece una variedad de 28 platos de poutine. Algunas de ellas con nombres tan sugestivos como La Mexicaine (La Mexicana), La Reggae, la T-Rex, La Boogalou, La “3 Amigos”, entre otras, o simplemente “La Clásica”.

Con el correr del tiempo, la famosa poutine quebequense se ha nacionalizado e internacionalizado. Hoy en día se puede saborear una poutine en otras provincias canadienses como Ontario, Nueva Brunswick, Alberta, Columbia Británica y el territorio de Yukón.

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Al exterior del país, la podemos encontrar en Estados Unidos, América Latina y Europa.  Y es justamente en Estados Unidos y más precisamente en el estado de Vermont, que el quebequense Nicolas Fabien-Ouellet, se inscribió en la maestría de “Food System” en la Universidad de Vermont, para estudiar la apropiación que se ha hecho, no solo en el Canadá inglés, sino en todo el mundo de este plato típicamente quebequense, algo que a él no le place mucho y lo hizo saber en el reciente artículo publicado por el diario The National Post de Toronto.

No logramos darnos cuenta al interior de Quebec, pero al exterior todo el mundo se refiere a la poutine como un plato canadiense. Esa es la apropiación. Y quiero dejar claro que esta apropiación no está para nada relacionada con el consumo de la poutine o del hecho que se prepare al exterior de Quebec. La mitad de mi artículo elogia cómo la poutine se ha cocinado y adaptado al exterior de Quebec y maravilloso que así sea. La apropiación se debe al hecho que se diga que este plato es canadiense y no quebequense. La apropiación es simplemente con respecto a la apelación, dice Nicolas Fabien-Ouellet

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En el artículo publicado por The National Post, Nicolas Fabien-Ouellet se esfuerza en poner en un contexto socio-histórico el plato como tal, tanto en Canadá como en Quebec, para explicar por qué puede ser problemático decir que es canadiense y no quebequense.

Por otra parte, lo que explica Nicolas Fabien-Ouellet es que tanto en Canadá como en Francia, en un momento dado de la historia de la poutine, esta se utilizó para ridiculizar y estigmatizar la sociedad quebequense. Después hubo otro proceso de ridiculización del plato y de los quebequenses cuando en los años 2000, se asoció la poutine a la comida-basura y comer poutine era vergonzoso. Pero en la misma época también se produjo el renacimiento de la poutine, si podemos llamarlo así.

Y nuevamente en los años 2000, los dueños de restaurantes retomaron la poutine y comenzaron a prepararla con “foie gras” y langosta. Y de alguna forma democratizaron el plato. Con este nuevo empuje, la poutine salió finalmente de las fronteras de Quebec y la gente la adoptó. Y de repente se comenzó a decir que era canadiense y no quebequense afirma Nicolas Fabien-Ouellet.

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Nicolas Fabien-Ouellet dice que con los quebequenses sucedió aproximadamente lo mismo que con los japoneses, que durante la Segunda Guerra Mundial eran percibidos como un pueblo sanguinario cuya cultura era disminuida por el mundo occidental. Y tomó mucho tiempo antes que en Norteamérica por ejemplo, se comenzara a consumir Sushi.  En el caso de los quebequenses, durante la misma época, eran considerados casi como un pueblo atrasado con respecto a los otros pueblos occidentales y ahora, al igual que los japoneses, ha habido  una apreciación de su cultura.

En el caso de la poutine es lo mismo, ahora que los quebequenses se han elevado un poco y han ganado en capital social, la gente ha comenzado a apreciar su cultura, pero quizá no ha habido el reconocimiento del contexto con respecto al resto del mundo. Entonces, decir que la poutine es un plato canadiense es problemático, dice Nicolas Fabien-Ouellet.

Claro está que es maravilloso que la poutine se haya adaptado y haya sido reconocido por el resto del mundo pero para Nicolas Fabien-Ouellet, decir que es un plato canadiense crea una dilución de la cultura quebequense en el seno mismo de una cultura dominante que en el pasado tuvo políticas de asimilación.

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Y en el contexto de la poutine en particular hubo la asimilación por intermedio de la ridiculización y la estigmatización. Y esa asimilación se puede manifestar en la actualidad por la apropiación de la cultura y la dilución de la cultura quebequense con respecto a la canadiense. Por eso no hay que decir que la poutine es un plato canadiense cuando en realidad es un plato quebequense, concluye Nicolas Fabien Ouellet.

Nicolas Fabien-Ouellet fue entrevistado por Alain Gravel.

Categorías: Sociedad
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