Uno de los narcotraficantes más buscados de Brasil fue arrestado el miércoles 6 de diciembre en Río de Janeiro, como resultado de una operación a gran escala, que movilizó a 3.000 soldados y policías.
Se trata de Rogerio Avelino da Silva, apodado Rogerio 157, que fue apresado en la favela de Arara, en la zona norte de la ciudad.
El operativo que llevó a la captura del delincuente fue llevado a cabo por fuerzas policiales con el apoyo del ejército, según confirmaron los servicios de seguridad de Río de Janeiro.
Da Silva está sospechado de ser el jefe del tráfico de la droga de la favela Rocinha, la más grande y una de las más violentas de Río, con un registro trágico de violencia.
Con la detención de da Silva, las autoridades esperan dar un paso importante hacia la pacificación de Rocinha.
El hombre, conocido en el mundo delictivo como Rogerio 157 era buscado desde hacía meses, pero hasta el momento había logrado eludir a las fuerzas de seguridad.
En septiembre último, un enfrentamiento con armas automáticas entre bandas rivales sembró el terror en el barrio popular, en el que se encuentran decenas de miles de viviendas precarias, ubicadas en la ladera de una colina y rodeadas por vecindarios elegantes de la ciudad.
En la ocasión, más de 1.000 uniformados fueron desplegados para recuperar el control de la zona.
Rogerio 157 había sido el brazo derecho de Antonio Francisco Bonfim, alias “Nem”, ex barón de la droga en Rocinha, que se encuentra encarcelado desde 2011.
Rocinha había sido noticia recientemente por la muerte de una turista española a manos de la policía.
Ávido de más poder, da Silva se volvió en contra de los miembros de la facción de su mentor, a los que combatió a sangre y fuego.
El hombre fue arrestado el miércoles en otro barrio precario, luego que el ejército bloqueó los alrededores del mismo, para permitir a la policía llevar el operativo de detención a buen puerto.
Un año y medio después de los Juegos Olímpicos de Río, realizados en agosto de 2016, la ciudad se encuentra inmersa en una ola de violencia, alimentada principalmente por la crisis económica que atraviesa el estado de Río de Janeiro.
Debido a la incapacidad demostrada por la policía para controlar la situación, el gobierno federal envió en julio último a 8.500 militares, con el objetivo de reforzar la seguridad.
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