Algo extraño está ocurriendo en el Parlamento canadiense. El férreo control que ejerce el primer ministro conservador Stephen Harper sobre lo que pueden o no pueden decir sus diputados comienza a ser cuestionado. Esto debido a las voces de descontento que comienzan a escucharse entre las filas conservadoras.
Una lucha ha comenzado en el parlamento canadiense sobre el papel que deben cumplir los diputados que son elegidos por la población.

Algunos diputados conservadores hicieron saber que están siendo amordazados por su propio jefe, el primer ministro Stephen Harper.
Lo que los diputados reclaman es la libertad de poder debatir en el parlamento aquellos temas que ellos consideran importantes para sus constituyentes, en lugar de seguir mecánicamente las órdenes del jefe de partido.

Los temas que estos diputados conservadores quieren abordar son a menudo temas políticos muy sensibles. Pero ellos dicen que su propio partido se los prohíbe.
En la Colina parlamentaria, cada día, y por quince minutos, los diputados enviados al Parlamento por el electorado canadiense se ponen de pie para hablar ante sus colegas sobre un tema que a sus ojos es importante.
A menudo ellos utilizan ese momento para destacar a un héroe local, para lanzarse en un ataque partidista o llamar la atención de sus colegas sobre un tema en particular.
La semana pasada, el diputado conservador Mark Warawa, de la circunscripción de Langley, en la provincia de Columbia Británica, debía tomar la palabra en el parlamento p ara presentar su propuesta de ley contra los abortos en base al género.

Sin embargo, cuando debía hablar, le pidieron que más bien se calle. Según él, el Partido Conservador no aprobó el tema que él quería abordar, por considerarlo muy delicado.
La reacción del diputado Warawa fue apelar ante el presidente de la Cámara de los comunes señalando que ese tipo de control no es legítimo.
El diputado Warawa no es el único en ser silenciado al interior de la mayor institución de la democracia canadiense: el Parlamento federal.
Otro diputado conservador, Leon Benoit, de la circunscripción Vegreville-Wainwright, en la provincia de Alberta, también corrió la misma suerte. Y también acudió al presidente de la Cámara de los Comunes para señalar que también le prohibieron pronunciarse sobre temas críticos.

El diputado conservador de Alberta, Brent Rathgeber señaló que el Partido Conservador canadiense controla casi todo lo que los diputados dicen tanto al interior de los comités de trabajo como lo que dicen delante de los demás diputados.
Ante este creciente coros de descontentos con los métodos de control impuestos por el primer ministro Stephen Harper, el encargado de mantener la disciplina entre las filas conservadores, el diputado Gordon O’Connor le advirtió al presidente de la Cámara de los Comunes, el conservador Andrew Scheer, que no meta sus narices donde no debe.
Por su parte, el presidente de la Cámara de los Comunes, Andrew Scheer, dijo que quiere escuchar más argumentos sobre el tema, sobre todo los puntos de vista de la los diputados neodemócratas, que conforman la oposición oficial en Ottawa. Esto antes de tomar una decisión, que sin duda tendrá importantes consecuencias para la vida parlamentaria, en momentos en que los diputados canadienses, más que responder a las voces y demandas de los electores, siguen al pie de la letra las órdenes e instrucciones del jefe del partido.
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