La imagen que tenemos del sonambulismo es un poco caricatural. Imaginamos a una persona en piyama que se pasea dormido por la casa con los brazos extendidos hacia delante y que al día siguiente no se recuerda de absolutamente nada de lo que hizo.
Especialistas de la Universidad de Montreal nos hablan sobre algunos mitos sobre el sonambulismo. Los resultados de sus investigaciones basadas en un análisis profundo de la literatura y sobre otros estudios realizados en el transcurso de los últimos 15 años fueron publicados en la revista Lancet Neurology.

La mayoría de los sonámbulos salen de su cama para deambular en su casa e incluso, algunas veces, salir al exterior, pero existen también personas que tienen episodios de sonambulismo más limitados. Algunas se sientan simplemente en su cama, tocan las sábanas, los muros, hablan entre dientes, etc.
El sonambulismo está asociado a la fase lenta y profunda del sueño, en la que entramos después de una hora o dos de habernos dormido. Durante la noche podemos regresar a esa fase porque el sueño tiene varios ciclos, pero si regresamos será menos importante, así por ejemplo es más bien raro el sonambulismo en la madrugada.
Según los resultados del estudio uno de cada dos sonámbulos sufre de somnolencia durante el día, resultado de una transición anormal entre el sueño y la vigilia. Hay que agregar que los sonámbulos no disfrutan de un sueño reparador.
El sonambulismo representa un peligro para las personas. 70% de los sonámbulos se lastiman y corren el riesgo de sufrir fracturas. Los especialistas hablan incluso de casos de conmoción cerebral. Pero algo que no se aconseja es tratar de despertar a un sonámbulo, más no obstante, las personas que tienen algún miembro de la familia que sufre de sonambulismo pueden jugar un papel importante.
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