Durante mucho tiempo, la Fundidora Darling estuvo asociada a la efervescencia industrial de Montreal. Fue fundada a finales del siglo XIX por los hermanos Arthur, George y Frank Darling. En 1888 los hermanos Darling decidieron probar su suerte en un sector que en ese momento se encontraba en plena expansión: la metalurgia.
EscucheEscoger el sitio no representó para ellos mucha dificultad puesto que toda la industria metalúrgica de Montreal se encontraba concentrada en una zona conocida como los Faubourgs de Récollets y Griffintown.

En efecto, el número total de fundidoras en ese sector pasó de 8 en 1851 a 20 en 1890, la época aproximada en la que abrieron su fábrica los hermanos Darling.
A principios del siglo XX, particularmente durante la Primera Guerra Mundial, la demanda por los productos de la fundidora Darling era tan fuerte, que los hermanos decidieron abrir una segunda fundidora en 1918 en el 745 de la calle Ottawa. En esa época, la Darling abastecían a los fabricantes de piezas destinadas a los ejércitos de los países aliados.

La compañía empleaba en ese entonces a unos 200 obreros y al parecer, era el más importante empleador y el más grande complejo industrial metalúrgico en Montreal.
A pesar del ocaso del sector metalúrgico en la segunda mitad del siglo XX, la fábrica tendrá un vocación industrial hasta 1991, año en que se cerró. Los edificios donde estuvo la fundidora de metales fueron dejados al abandono durante 10 años.
A principios del siglo XXI, un grupo de artistas llamado Quartier Éphémère, que había desarrollado ya en Francia la práctica de la recuperación de edificios industriales vacantes para convertirlos en lugares de creación y exposición, obtuvo en 2001 la autorización y las subvenciones necesarias para instalar un centro de artes visuales en la parte más vieja del complejo.

Fue así como en 2002, la Fundidora Darling se convirtió en el Centro de Artes Visuales que es hoy y cuya misión es sostener la creación, la producción y la difusión de las artes visuales. Su reflexión e investigación se apoyan en el papel del arte y la presencia de los artistas en el corazón de la ciudad.
Ocupando lugares vacantes o baldíos industriales para sus proyectos, la Fundidora Darling explora zonas urbanas, fuera de los senderos transitados del arte contemporáneo y se abre a nuevos públicos.
Pablo Gómez Barrios conversó con Alfonso Esparza, director administrativo de la fundidora Darling y responsable de la gestión del organismo en términos de presupuesto y recursos humanos.
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