Paul Miller tenía 26 años cuando se sometió por voluntad propia a este proyecto tan particular. Durante 365 días fue un hombre ciento por ciento libre de internet. El proyecto comenzó a las 23.59 del 30 de abril de 2012 cuando Paul apagó su router. Cambió su teléfono inteligente por un teléfono móvil de primera generación y se sintió liberado. Una semana más tarde asistió a una reunión de judíos ultra ortodoxos en Nueva York que mostraban cuales eran los peligros de Internet. Según uno de estos rabinos, “Internet está reprogramando nuestras relaciones, nuestras emociones y nuestra sensibilidad”. Paul cuenta que luego de alejarse de Internet, su vida se llenó de acontecimientos… encuentros con personas en la vida real, paseos en bicicleta y literatura griega entre otras cosas. Cambiando sus costumbres, Paul perdió cerca de siete kilogramos y finalmente renovó su guardarropa.
Paul Miller aseguró que se salió de Internet porque pensaba que lo estaba convirtiendo en una persona improductiva e impaciente y confiaba que un año de desintoxicación digital podría transformarlo en una especie de Mesías, un iluminado. Sin embargo, luego de su experiencia de abstinencia de internet, Miller aseguró que la Red de redes distrae mucho, pero no es lo único. En el mundo off line hay cientos de elementos, recursos infinitos de distracción que pueden entorpecer la concentración de cualquier persona.
Dentro de este experimento y contra todo pronóstico, los asuntos más prácticos le resultaron fáciles de sortear, como por ejemplo, consultar un mapa en papel para poder encontrar una dirección o comprar un pasaje de avión (que lo resolvió vía telefónica). Lo que resultó un verdadero inconveniente fue la lentitud del correo convencional. Para poder encaminar el correo, Paul compró un apartado postal y en los primeros meses le causaba una alegría enorme encontrar su buzón repleto de cartas en papel de sus lectores anti-internet. Lo que lo llenó de insatisfacción fue el hecho de darse cuenta que no estaba dispuesto a responder ni contestar semejante cantidad de correspondencia. Finalmente, según su experiencia, contestar y archivar una docena de cartas a la semana podía ser tan agobiante como gestionar cientos de correos electrónicos por día.
Según Paul Miller, la clave de los problemas cotidianos y a veces existenciales que enfrentamos actualmente no reside en nuestro potencial abuso de las tecnologías digitales. Las largas horas que le son dedicadas a las redes sociales, foros, chats o alguna de sus variantes tampoco son el origen de los problemas. Miller asegura que los malos hábitos que detectamos en nosotros no son en absoluto exclusivos de nuestra vida en línea. Probablemente el problema sea la rutina en general, lo compulsivo y automatizado que puede ser nuestro esquema de vida, sin tener en cuenta la cantidad de tiempo que pasamos conectados a internet.
Unos meses antes de terminar su odisea off line, Paul fue a una conferencia en Nueva York llamada “Teorizando sobre la web”. Lo que rescató de esa conferencia fue una charla con Nathan Jurgenson, teórico de la red de redes que le dijo;
“hay mucha realidad en lo virtual y mucha virtualidad en lo real; cuando usamos cualquier dispositivo electrónico seguimos teniendo sangre humana y ocupamos un tiempo y espacio particular. Y cuando estamos corriendo por el campo, aún sin conexión, Internet sigue en nuestros pensamientos, pues estamos pensando que vamos a twittear cuando regresemos.
El 1 de mayo del 2013 Paul Miller volvía a Internet tras un año completo desconectado de la red. Había leído cientos de artículos más o menos dramáticos sobre el efecto de Internet sobre los humanos, la capacidad de la red de transformar a la raza humana en estúpidos y sedentarios.
Existen numerosos estudios de investigación científica que avalan estos oscuros pronósticos sobre la red de redes y algunos van más lejos diciendo que Internet es un elemento antisocial, adictivo y que provoca aislamiento. Luego de un año desconectado, Paul Miller asegura que por su experiencia, Internet no es una ocupación individual sino que es algo que se hace con los otros. Internet está donde está la gente.
Aquí pueden leer las crónicas de Paul Miller de su año sabático de internet
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