» La libertad de reproducción y un adecuado acceso a los servicios médicos para llevar a cabo un aborto significan que las mujeres ahora podrán dar a luz a bebés que son realmente deseados.»
Con esas palabras el doctor canadiense Henry Morgentaler defendía el derecho de las mujeres a decidir por ellas mismas si querían tener o no un bebé. Esto a comienzos de la década de los años 60, en momentos en que el peso de la religión y las leyes determinaban que el aborto era a la vez un pecado contra Dios y un crimen a los ojos de las leyes canadienses. En consecuencia, las mujeres no eran dueñas de decidir lo que podía o no ocurrir con sus propios cuerpos.
Henry Morgentaler, el médico canadiense que cambió las leyes canadienses, logrando la legalización del aborto, murió hace ya una semana a los 90 años en Toronto. Su muerte no ha puesto fin al debate que existe en muchos segmentos de la población canadiense en torno al tema.
Henry Morgentaler, quien por décadas personificó en Canadá el debate en torno al aborto, era un inmigrante polaco que sobrevivió a una de las mayores tragedias del siglo XX: el Holocausto.
Él nació en 1923 en Lodz, un pueblito de Polonia, a unos 120 kilómetros al suroeste de Varsovia. Su infancia estuvo marcada por la violencia antisemita reinante en aquel período, la que iba a alcanzar su paroxismo con el nazismo alemán.
Durante la ocupación alemana de Polonia, su padre fue asesinado por la Gestapo. Henry permaneció con su madre y su hermano menor en el gueto de Lodz. Su hermana participó en el levantamiento del gueto de Varsovia y fue asesinada en el campo de concentración de Treblinka.
Cuando los alemanes ingresaron al gueto, la familia Morgentaler, compuesta por Golda y sus hijos Henry y Abraham, junto a otras dos familias, se escondió en una habitación secreta.
Dos días más tarde fueron hallados y enviados al campo de concentración de Auschwitz. Allí murió su madre. Más tarde, Henry y su hermano Abraham fueron enviados al campo de concentración de Dachau, donde permanecieron encerrados hasta el final de la guerra.
El 29 de abril de 1945, con la llegada del ejército estadounidense, Henry Morgentaler fue liberado. Tenía 22 años y pesaba apenas 32 kilos.
En 1947, Henry Morgentaler se fue a Bruselas en Bélgica. En febrero de 1950, él y su esposa Chava Rosenfarb, emigraron a Canadá. La pareja se instaló en Montreal.
En Canadá, Morgentaler encabezó una lucha que llevó a grandes cambios legales y dio derecho a las mujeres a decidir si quieren o no tener un bebé.
“Cada bebé, un bebé deseado, cada madre una madre por voluntad propia”, decía el doctor Morgentaler al argumentar a favor del derecho al aborto. Él se lanzó a la batalla por la legalización del aborto en Canadá a fines de los años 60.
Corriendo el riesgo de ser arrestado y encarcelado, Morgentaler empezó a practicar abortos en su clínica en Montreal.
Ahora creo que el derecho de las mujeres canadienses a tener acceso a un aborto seguro está tan bien establecido que no será retirado por ningún gobierno.
Henry Morgentaler
En los años 70 acabó siendo arrestado. Y aunque los jurados en las cortes de justicia lo absolvían una y otra vez, la Corte de Apelaciones de Quebec decidió invalidar uno de esos veredictos. En consecuencia, él permaneció tras las rejas por diez meses.
Una de sus amistades fue la activista Judy Rebick. Ella trabajó con Morgentaler en su clínica en Toronto en los años 80.
Fue ella quien defendió a Morgentaler de un hombre que quería atacarlo con un par de tijeras de jardinería al exterior de su clínica de abortos en Toronto. Rebick recuerda que Henry Morgentaler era una persona buena, afectuosa, pero también obstinada.
En 1988 Morgentaler logró ante la Corte Suprema de Canadá una victoria que iba a cambiar profundamente las leyes canadienses en materia de aborto.
Ese año, la Corte Suprema de Canadá emitió un fallo de 5 a 2 determinando que las leyes canadienses que prohibían el aborto eran inconstitucionales.
Pese a esta victoria, cuando Morgentaler empezó a abrir sus clínicas en diversas partes del país, lo primero que se encontraba eran manifestantes que se oponían al borto.
Los grupos que se oponen al aborto en Canadá también manifestaron su tristeza por el fallecimiento de Morgentaler, pero sus razones eran diferentes. Hasta el último momento esperaban una conversión de parte del médico que cambió las leyes del país.
A lo largo de su vida, Morgentaler recibió una serie de premios y reconocimientos. Hace cinco años fue condecorado con la Orden de Canadá. En gesto de protesta, varios recipiendarios de ese reconocimiento, incluyendo el arzobispo de Montreal, el cardenal Jean Claude Turcotte, devolvieron al gobierno sus medallas.
Henry Morgentaler decía a menudo que quería dejar algo memorable en la vida. Al final de sus años, él consideraba que lo había logrado.
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