Sebastián, Federico y Omar Andrés Bonilla
Photo Credit: Rufo Valencia

Tres jóvenes cafeteros colombianos en Montreal

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Las calles de una ciudad son animales vivos. Con el tiempo cambia de colores, de aromas,la gente se va, otros llegan y se instalan en el lugar, dándole otro rostro y otro ritmo.

En la ciudad de Montreal la calle del Príncipe Arturo, situada en el centro de la ciudad, es peatonal. En el pasado estaba bordeada por una variedad de restaurantes que servían desde el borscht, la típica sopa de verdolaga de Europa del Este hecha a partir de las beterrabas, hasta platillos de la mejor tradición afgana. Las mesas de los restaurantes salían hasta las calles, en terrazas frente a las cuales se instalaban cantantes, juglares y dibujantes esperando divertir a la gente.

En estos días la cosa está difícil. Los restaurantes de antaño están cerrados y en muchas ventanas de locales vacíos se ve el afiche “En alquiler”. Pero, lo que para muchos es una pérdida, para otros es una oportunidad. En esta calle acaba de instalarse un Café colombiano.

Como forma de combatir los estragos que puede causar la nostalgia, muchos inmigrantes sueñan con instalar un local donde poder cultivar los aromas del país de origen.Así nació el Café Siena sobre la cales Prince Arthur de Montreal.

Para Omar Andrés Bonilla, el recuerdo de su tierra natal está en el aroma del café, ya que él viene de Colombia. Junto con dos familiares más, su hermano Sebastián y su primo Federico, él decidió hacer el esfuerzo de traer los granos de su país y recrear, aunque sea sólo por el lapso que dura el beber una taza de café, aquella Colombia imaginaria, la que vive en la mente de los que poco a poco se van haciendo canadienses.

Categorías: Sociedad
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