En Libia un oficial de inteligencia, el teniente coronel Giuma Misrati, fue asesinado con una bomba que explotó en su coche este miércoles, en el más reciente ataque contra las fuerzas de seguridad libias en la ciudad de Benghazi, dijeron las autoridades.
A casi dos años de una revuelta apoyada por algunos países occidentales, que derrocó al dictador Muamar Gadafi, Libia permanece inundada de armas, en un clima de violencia y anarquía.
Las fuerzas del gobierno todavía están luchando para imponer su autoridad en un país que es uno de los principales productores de petróleo en la región. Sin embargo, el poder central es permanentemente desafiado por las milicias regionales que quieren conservar el grado de poder e influencia logrado durante la revolución.
Benghazi, ciudad cuna de la insurrección de 2011, se ha convertido en un foco de violencia, principalmente contra las fuerzas de seguridad del gobierno.
Los residentes dicen que algunos de los ataques pueden ser ataques de venganza ejecutados por antiguos prisioneros.
Las fuerzas islamistas, en gran parte reprimidas bajo el régimen de Gadafi, también emergieron a un primer plano tras la revolución.
«Hay algunas personas que están tratando de usar esta ciudad como teatro para el ajuste de cuentas «, dijo el jefe adjunto del consejo local de Benghazi, Saad al Saity, quien añadió que «eso está impidiendo nuestro plan de reconstrucción y lograr que las empresas extranjeras regresen.»
El pasado martes seis soldados murieron en un ataque ejecutado por un grupo de hombres armados no identificados contra un puesto de control del ejército en la ciudad costera de Sirte.
La semana pasada, un ataque con explosivos demolió una estación de policía en Benghazi. No hubo víctimas ya que el edificio se hallaba vacío debido a que se llevaban a cabo reparaciones tras un ataque anterior.
Benghazi sigue siendo una zona prohibida para los extranjeros, esto tras una serie de ataques contra diplomáticos occidentales, incluyendo el asalto el pasado septiembre contra la misión diplomática de Estados Unidos, en la que murió el embajador junto a otros tres estadounidenses.
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