En Canadá, un reciente estudio demostró que alrededor de cuatro millones de canadienses no tienen acceso a alientos sanos, nutritivos y en cantidad suficiente.
De acuerdo a ese estudio sobre la salud de las comunidades en Canadá, tal situación es causada por el hecho de que la buena alimentación cuesta caro, o es de difícil acceso para mucha gente.
Ante esta situación, se están llevando adelante en Canadá algunos proyectos piloto en varias ciudades canadienses que buscan cambiar esta situación.
En muchas ciudades existen barrios que, según los términos de los investigadores, son un desierto alimenticio.
Esto porque, aparte de los pequeño jardines comunitarios donde se cultivan algunas legumbres, el único lugar donde se puede encontrar vegetales frescos está a más de un kilómetro de distancia.
Un desierto alimenticio es un área marginada, o en situación desventajosa, en una ciudad o una región donde la gente no tiene un acceso fácil a alimentos sanos a precios accesibles.
Jason Gilliland, profesor en el Departamento de Geografía en la Universidad Western, en la provincia de Ontario.
El profesor Jason Gilliland destaca que, de acuerdo a sus investigaciones, los productos que se encuentran en las tiendas de variedades en la esquina, son entre un 50 y un 60 por ciento más caros que en una tienda de alimentos.
Este alto costo de la alimentación le preocupa a Jamie Hurst, quien es una dietista en el sistema de salud público de Ottawa.
Es una situación difícil, ya que las familias tienen que hacer alcanzar su dinero para comprar alimentos. Al final del día, una bolsa de papas fritas es más barata que una bolsa de manzanas, y una bebida gaseosa es más barata que la leche.
Jamie Hurst.
En la capital federal, una familia de cuatro personas tiene que gastar al mes un promedio de 745 dólares para poder alimentarse.
En este contexto se están llevando a cabo proyectos piloto para que los alimentos sanos estén al alcance de todos los bolsillos. Se trata de los llamados Pop Up Good Food Market, o Pequeños Mercados de los Buenos Alimentos, cuyo objetivo es brindar alimentos sanos, culturalmente apropiados, a precios accesibles.
Se trata de un modelo de mercado de alimentos muy diferente a aquellos otros mercados de granjeros con fines de lucro, que son más boutiques de vegetales exquisitos a precios astronómicos que a veces funcionan en el centro de las ciudades, y que buscan una clientela adinerada.
Esta forma de funcionar permite que los precios estén al alcance de personas con pocos recursos. Por ejemplo, cuatro tomates grandes cuestan un dólar. Un manojo de cebollas también cuesta un dólar. Con estos precios, este tipo de mercados comunitarios son un gran éxito entre los residentes del centro de la ciudad.
Según los expertos, este tipo de mercados deben ser vistos como una inversión. Esto porque cuanto mejor coma la gente, menos casos de diabetes habrá en el futuro. Y menos casos de enfermedades cardíacas y otras enfermedades asociadas al exceso de grasas y azucares, propios de la comida chatarra.
Y a largo plazo, también se beneficia el sistema de salud pública, por los ahorros que genera a la sociedad el comer sanamente.
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