En Santiago de Chile un grupo de más de cien manifestantes a favor del derecho al aborto ingresó anoche a la Catedral Metropolitana de Santiago, interrumpiendo una misa.
Los manifestantes pintaron en los muros mensajes a favor del derecho de la mujer a decidir, dañaron algunos ornamentos y sacaron algunos bancos hasta la Plaza de Armas, frente a la catedral. La policía antidisturbios acudió al lugar donde detuvo a por lo menos dos personas.
El presidente Sebastián Piñera condenó los actos cometidos en la catedral, que permanecerá cerrada por cinco días por reparaciones.
En Chile, los abortos, incluso por razones médicas y en caso de violación, son ilegales desde la dictadura de Augusto Pinochet, que terminó en 1990. Por su parte, el gobierno del conservador Piñera se opone a cualquier flexibilización de esa prohibición.
El presidente Piñera, propenso a las declaraciones bochornosas, causó recientemente un escándalo al alabar la “profundidad y madurez” de una niña de 11 años que dijo en una entrevista que quiere dar a luz tras hallarse embarazada luego de ser violada por la pareja de su madre.
El caso ha inflamado un intenso debate nacional sobre el aborto en uno de los países más conservadores de América Latina.
El año pasado el Senado chileno rechazó tres proyectos de ley que habrían flexibilizado la prohibición absoluta del aborto.
La ex presidenta Michelle Bachelet, la candidata favorita para ganar las elecciones presidenciales del próximo 17 de noviembre, está a favor de la legalización del aborto en casos de violación o riesgos para la salud de la madre o el niño.
Durante los últimos años ella estuvo al frente de la agencia de la ONU para las mujeres.
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