
Copyright – Amy Radcliffe
¿Alguna vez se acordó de algo a partir de un olor en particular? El olfato es el sentido por el cual el ser humano puede detectar y procesar los olores, y estos olores pueden transportar a la persona a un ambiente particular, un lugar, un momento de su vida. Esto es porque la primera vez que asociamos un objeto o una circunstancia a un olor se crea una huella profunda en el cerebro. Una diseñadora británica llamada Amy Radcliffe desarrolló un dispositivo muy particular. Un aparato que transforma un olor en una fuente de recuerdos. Es una “cámara” que en vez de almacenar imágenes, retiene los olores.
Diversos estudios científicos han demostrado que el sentido del olfato es el que consigue traer las memorias de forma más clara. Este nuevo invento busca almacenar los olores para poder reproducirlos como si fueran una fotografía.
Apenas terminó de cursar su licenciatura en la universidad Amy Radcliffe comenzó a interesarse en cómo sería posible guardar los recuerdos de alguna forma diferente, algo que no fuera de manera visual. Sus inquietudes se hicieron mucho más fuertes cuando remarcó la cantidad de fotos que pueblan las redes sociales en la actualidad y que parecen perder valor. La idea de Amy es conseguir captar con un aparato los olores que puedan ser transferidos a una especie de ampollas, que luego podría ser abierta y olida en otro momento y en otro lugar totalmente diferente, una idea que ella denominó “scentografía”.
Radcliffe cuenta que esta idea surgió de la necesidad de buscar algo con un poco más de valor, algo no tan común como una imagen y que pudiera provocar una respuesta emocional mucho más intensa.
La tecnología que hace posible que la idea de Amy pueda ser realidad no es nueva. Estos procesos son conocidos como el “headspace”, que nación en la década del 80 y que se usa para capturar olores de ciertos ambientes y traspasarlos a ambientes controlados. A partir del uso de esta tecnología, Radcliffe logró fabricar su propia cámara de olores.
EscucheTodo el proceso que logra la captación de olores está circunscripto al interior de la cámara propiamente dicha. Esta cámara consiste en un tipo de cubierta de vidrio y un sensor de olores, conjuntamente con cuerpo de cerámica. La “cámara” captura el olor del objeto deseado que se pone bajo la cubierta vidriada. El sensor de olores, que se ubica sobre la cámara, contiene una resina especial que retiene el olor que ulteriormente va a ser trasportado a un laboratorio para ser analizado y así poder ser reconstruido sintéticamente. Luego de terminado este proceso, el olor podrá ser almacenado en un pequeño frasco.

Copyright – Amy Radcliffe
Radcliffe indicó que la idea es que el frasco sea usado una única vez, ya que los olores tienen menos resistencia que otros recuerdos. Según la diseñadora, si los aromas guardados en el frasco pudieran ser olidos más de una vez, finalmente perdería todo su significado. Lo que se intenta almacenar son olores orgánicos, muy personales, que resultan ser los más susceptibles y los más sencillos de captar. El problema reside en que cada olor podría tener un significado muy diferente para cada persona que pueda sentirlo.
Esta nueva máquina analógica de olor basada en la “scent-ography” fue bautizada Madeleine y en definitiva registra la información molecular de un olor, que luego será procesada en un laboratorio para recrear el olor
En el caso ideal de que este proyecto de “cámara de olores” pudiera desarrollarse comercialmente, las cápsulas de recuerdos tendrían que tener un claro significado para la persona que las está oliendo.
Hasta el momento este concepto de “cámara” creada por Radcliffe es difícil de transportar y solo puede extraer los olores de objetos de tamaño reducido. Si el desarrollo sigue adelante, se podría vislumbrar una cámara portátil que pueda recuperar los aromas de una casa, un barrio, un parque o hasta de un ser humano. Solo resta esperar.
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