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Los optimistas manejan mejor el estrés, según estudio científico quebequense

Las personas optimistas manejan el estrés mejor que las que son por naturaleza de carácter más pesimista, muestra un estudio de Quebec. Si la cosa puede parecer obvia, no había sido confirmada, científicamente.

Esto es lo que acaban de hacer investigadores de la Universidad Concordia, de Montreal, que establecieron un vínculo concluyente entre el optimismo y la respuesta biológica al estrés.

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El canadiense de origen húngaro Hans Selye concibió la idea del Síndrome de Adaptación General (SAG), sobre el cual escribió por primera vez en el British Journal Nature en el verano de 1936.

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El SAG, también conocido como síndrome del estrés, es lo que Selye señaló como el proceso bajo el cual el cuerpo confronta -lo que desde un principio designó como: agente nocivo. El SAG es un proceso en el que el cuerpo pasa por tres etapas universales. Primero hay una “señal de alarma”, a partir de la cual el cuerpo se prepara para “la defensa o la huida”. No obstante, ningún organismo puede mantener esta condición de excitación, por ello existe la segunda etapa que permite sobrevivir a la primera.  En ésta se construye una resistencia. Finalmente, si la duración del estrés es suficientemente prolongada, el cuerpo entra a una tercera etapa que es de agotamiento; una forma de envejecimiento debida al deterioro del organismo por mantener constante el desgaste durante la resistencia.

El estrés en el léxico de Selye podría ser cualquier cosa, desde la privación prolongada de alimento hasta la inyección de una sustancia extraña al cuerpo, inclusive, un buen trabajo muscular. Por “estrés”, él no sólo se refirió al “estrés nervioso” sino a la “respuesta no específica del cuerpo frente a cualquier demanda”.

Las ideas novedosas de Selye acerca del estrés ayudaron a forjar un campo enteramente nuevo de la medicina -el estudio del estrés biológico y sus efectos-, que afloró en la primera mitad del siglo XX, para incluir el trabajo de cientos de investigadores; es una ciencia que continúa avanzando en la actualidad especialmente al demostrar la conexión del estrés con la enfermedad y descubriendo nuevos métodos para ayudar al cuerpo a lidiar con el agotamiento de la vida.

Hans Selye murió en Montreal en 1982. En 1931, gracias a una beca, llegó a estudiar a Canadá, a la universidad McGill y luego pasó a la Universidad de Montreal donde fue el fundador y director del Instituto de Medicina y Cirugía Experimental de la Universidad de Montreal (IMCE).

La investigación de Quebec

El trabajo ha llevado a una mejor comprensión de cómo optimistas y pesimistas manejan el estrés estableciendo no una comparación entre ellos, sino una comparación con ellos mismos.

Los resultados obtenidos por Carsten Wrosch y Joelle Jobin del departamento de psicología de la Universidad Concordia muestran que el cortisol, comúnmente llamada la «hormona del estrés», tiende a ser más estable en los que tienen una personalidad más positiva.

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Carsten Wrosch y Joelle Jobin del departamento de psicología de la Universidad Concordia © Universidad Concordia

Las explicaciones

Este estudio fue realizado con 135 adultos de 60 años o más que dieron muestras de saliva cinco veces al día durante seis años para controlar sus niveles de cortisol.

Este grupo fue elegido debido a factores de estrés relacionados con la edad, factores con los que los participantes deben enfrentar cotidianamente. Y  se ha establecido que sus niveles de cortisol aumentaron.

Se pidió a los participantes que informaran el nivel de estrés que sienten en sus actividades diarias. Debían, entre otros,  identificarse en una escala de optimista o pesimista.

A continuación, los niveles de estrés de cada individuo se compararon a la tasa media de la misma persona. Es la comparación entre los niveles de estrés de una persona y su promedio lo que permitió dibujar  una imagen real de la gestión del estrés, ya que cada uno puede acostumbrarse al nivel de tensión corriente que se siente todos los días.

«Para algunas personas es muy estresante ir de compras al supermercado en la mañana del sábado, por lo que les pedimos a los participantes de indicar cuántas veces al día se sentían estresados o abrumados por los eventos. Por último, comparamos los resultados de su promedio personal, y se analizaron sus respuestas mediante el examen de los niveles de estrés durante muchos días. «- Joelle Jobin

Estudiante de doctorado Joelle Jobin hace hincapié también en que los pesimistas tuvieron una tendencia  a mostrar un nivel de tensión superior al de los optimistas y que han tenido dificultad en regular su sistema durante situaciones particularmente estresantes.

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© CBC

Sorpresa al despertar

Si estos resultados  confirman las hipótesis de los investigadores con respecto a la relación entre el optimismo y el estrés, una pequeña sorpresa les esperaba.

Los investigadores Carsten Wrosch y Joelle Jobin Foto: Universidad de Concordia

Los datos muestran que los optimistas secretaban tasas de  cortisol más elevadas de lo previsto poco tiempo después de levantarse (seguido de una tasa más baja durante todo el día).

La investigación señala que estos resultados se refieren a la dificultad de determinar si estas hormonas complejas son favorables o desfavorables para el cuerpo. Además, la designación de la «hormona del estrés» que arrastra el cortisol no toma en cuenta el hecho que es también la hormona la que hace que nos levantemos y movamos.

El detalle de esta investigación se publicó en la revista Psicología de la Salud de la Asociación Americana de Psicología.

¿Lo sabías?

Un estudio de la Universidad de Montreal en 2010 demostró que las mujeres tienen una actitud defensiva más marcada que los hombres en caso de estrés, lo que las expone a un mayor riesgo cardiovascular.

Otro, publicado en 2004, mostró que el estrés aumenta el envejecimiento de las células.

 

 

 

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