Esa filosofía es la que acompaña el trabajo artístico de un joven creador que estará en Canadá, dentro de unos días, para presentar, en la ciudad de Toronto, su exposición de obras de arte realizadas con lo que los otros botan.
Mauricio Correa habló con Martín Movilla sobre su trabajo, el reciclaje artístico y la creación de inspiración ambiental que, además de permitir la creación de bellas piezas de arte, ayuda a construir un planeta más armónico.
Aunque reciclar es aprovechar y darle un último uso, o un uso intermedio, a algo que para otros ya no sirve, no se puede negar que al crear arte con esa “basura” se logran impactar las sensibilidades humanas, los órganos de los sentidos, los criterios estéticos y la visión del mundo.
Si cada persona creara esculturas, pinturas y todo tipo de objetos de arte con lo que piensa desechar, tendríamos artistas en cada esquina.
Lamentablemente, el arte requiere también un don, una habilidad natural y una capacidad conceptual que no todos poseemos.
El arte de “jugar” con elementos dejados de lado requiere la conciencia social y ecológica de un militante y la sensibilidad y la estética de un creador.
Usar tornillos, pedazos de plástico, botellas, madera, papel viejo, pedazos de metal, cables pelados, antiguos muebles, etc, no es fácil, aunque muchos puedan creer lo contrario.
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