Los sirios que viven en la capital, Damasco, se encuentran en una carrera contra el tiempo preparándose para un posible ataque militar extranjero.
La población capitalina está almacenando víveres y buscando alojamiento lo más lejos posible de los potenciales objetivos militares.
En una ciudad donde decenas de sitios militares se encuentran diseminados entre las viviendas de la población civil, a muchos sirios les preocupa la posibilidad de que Damasco se convierta en un lugar muy peligroso en caso de iniciarse un ataque encabezado por algunos países occidentales en respuesta al presunto uso de armas químicas por parte de las fuerzas del régimen de Bashar al Assad, ocurrido la semana pasada y que dejó cientos de muertos en los suburbios de la capital siria.
En los supermercados, los damascenos cargaban sus carritos de compra con pan, productos secos y alimentos enlatados, con el temor a encontrarse sin alimento en caso de ataques militares contra la capital Siria. Los artículos de mayor demanda eran las baterías y el agua.
En los dos años y medio de guerra civil, que empezó con marchas pacíficas de protesta contra el régimen de Bashar al Assad, los sirios han tenido que sufrir un constante derramamiento de sangre y la amenaza permanente de bombardeos y atentados con coches bomba.
La guerra civil en Siria ha causado la muerte de más de 100.000 personas y el desplazamiento de unos dos millones de refugiados a países vecinos como Jordania, Irak, el Líbano y Turquía.
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