
Este estudio, realizado con una muestra de 82 jóvenes con teléfonos inteligentes y cuentas de Facebook, buscaba evaluar el estado de ánimo de los usuarios de esa red social. Ethan Kross, psicólogo social y uno de los autores principales de la investigación, aseguró que “en la superficie, Facebook proporciona un recurso valioso para la satisfacción de la necesidad humana básica de conexión social. Pero en lugar de realzar el bienestar, lo socava”. Otro de los científicos que participaron en este proyecto, el neurocientífico John Jonides, aseguró que los resultados de la investigación son de gran importancia, ya que van al corazón mismo de la influencia potencial de las redes sociales en la vida de las personas.
Los científicos que llevaron a cabo este proyecto de investigación agregaron que en ningún momento se pretendieron generalizar los resultados del estudio, es decir que no se puede asegurar a ciencia cierta que el uso de Facebook o de otras redes sociales tiene el mismo efecto en todas las personas.
A los participantes del experimento les fue enviada una serie de cinco mensajes diarios con preguntas sobre su estado de ánimo. Los resultados preliminares mostraron que antes de conectarse y comenzar a usar la red social, el nivel de bienestar era elevado. Pero con el transcurso del tiempo en línea, conectados e interactuando en Facebook, ese bienestar decrecía de manera significativa.
En Canadá, Facebook fue el sitio más utilizado de los medios sociales, aproximadamente 10.000 minutos (equivalente a casi siete días completos) en diciembre de 2011, en comparación con 8000 minutos (o equivalente a 5,5 días) en el mismo período del año anterior. Estos datos pueden ser alarmantes si se tienen en cuenta los resultados del estudio de la Universidad de Michigan donde se asegura que mientras más se utiliza Facebook más disminuye la satisfacción con la vida.

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Otros científicos alrededor del mundo expresaron que si bien las emociones se ven afectadas por el uso de la red social, afirmar que socava directamente el bienestar de las personas es algo apresurado. La psicóloga argentina Any Krieger, indicó que uno de los factores que pueden producir una reacción negativa en las emociones es que “en el plano de lo virtual, hay una presencia del otro a la que, si bien puede verse a través de una cámara o una foto y lo podemos oír, falta el contacto de piel y esta falencia puede generar una sensación de vació en el usuario.
Krieger asegura que en lo virtual falta el cuerpo a cuerpo. Según la profesional, desde el punto de vista psicológico, el contacto de la piel se remite al primer contacto del bebé recién nacido con su madre. Es lo más primitivo, lo primario y más genuino del ser humano. Y con las relaciones basadas en la virtualidad de las redes sociales, este estímulo se pierde. El experimento de Michigan lo prueba absolutamente: “las relaciones directas con las personas, no a través de las redes sociales, llevaban a mejorar el bienestar personal”.
Diversos profesionales insisten que lo que se pierde en esta creación de vínculos por medio de las redes sociales es la satisfacción interpersonal que produce un lazo donde está en juego más que el cuerpo, la mirada, las sensaciones, los climas, los olores, las presencias y ausencias. Toda esta corporeidad que dan las relaciones cara a cara no está presente en Facebook. En las redes sociales se estimulan la vista y a veces el oído, y esto genera un estado de no plenitud.

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De todas maneras, lo importante, según los profesionales consultados, es entender cuáles son las expectativas que se le atribuyen a Facebook. Hay usuarios que aseguran que tienen una cuenta de Facebook para tener miles amigos que les hablan constantemente. Si estas personas se alejan de la pantalla, ya no queda nadie a su alrededor y ese sentimiento de soledad puede trastornar su estado de ánimo.
En definitiva, con 63 por ciento de la participación de los usuarios de Internet, Facebook fue el sitio más popular de redes sociales en Canadá en lo que va del 2013, y es evidentemente una herramienta muy poderosa para comunicarse, para compartir y percibir ideas y sensaciones. Pero no hay que olvidar que no deja de ser una herramienta más. Es el uso que se le da y la importancia que se le otorga lo que definirá si la experiencia resulta placentera o no.
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