La decisión de Siria de aceptar este martes una propuesta rusa para entregar sus armas químicas parece haber puesto freno, por lo menos temporalmente al ímpetu de un posible ataque estadounidense.
Por otro lado, en la jornada las fuerzas del régimen de Bashar al-Assad bombardearon posiciones rebeldes en Damasco por primera vez desde que algunos países occidentales amenazaron con una acción militar.
El primer ministro del país árabe, Wael al-Halki, aceptó la propuesta rusa para «evitar el derramamiento de sangre», reportó la televisión estatal.
Para el profesor canadiense de economía y analista de la globalización, Michel Chossudovsky, la guerra civil en Siria, que ya lleva más de dos años y medio, puede abrir las puertas a un conflicto regional de mayor envergadura.
Desde su perspectiva, es necesario que tanto los parlamentarios como la población canadiense tenga mayor información sobre este conflicto que involucra no sólo a las fuerzas gubernamentales y los rebeldes, ya que también participan en ella otros países.
Estados Unidos y Francia tenían previsto lanzar ataques con misiles para castigar a las fuerzas de Assad, a las que culpan por los ataques con armas químicas que mataron a cientos de civiles el 21 de agosto.
La Casa Blanca dijo que el presidente Barack Obama, que calificó la propuesta rusa como un potencial avance, continuaría de todos modos promoviendo una votación en el Congreso para autorizar el uso de la fuerza.
Sin embargo, la votación parece ahora más encaminada a generar la amenaza de un ataque a Siria para apoyar las gestiones diplomáticas, en lugar de un permiso para un bombardeo inmediato en represalia contra Damasco por usar armas químicas contra civiles.
El Senado estadounidense no votaría esta semana sobre la autorización para el uso de la fuerza militar en Siria, dijeron colaboradores del Congreso.
Los líderes del Congreso quieren esperar a evaluar la respuesta de la opinión pública estadounidense a las declaraciones que Obama realizará sobre Siria el martes por la noche, agregaron.
La iniciativa diplomática rusa, que aparentemente surgió de unas declaraciones improvisadas del secretario de Estado estadounidense, John Kerry, marca un cambio repentino después de semanas en las que Occidente pareció finalmente dirigirse hacia una intervención en una guerra que ya lleva dos años y medio.
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