Es difícil ignorar las alertas recientes emitidas por Bradley Manning, Julian Assange y Edward Snowden. Desde el mundo de los medios, sus revelaciones están sacudiendo los gobiernos. Tratados a su vez, de héroes, anarquistas, patriotas, denunciantes, terroristas o disidentes, ellos continúan desafiando a la autoridad de Washington.
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Daniel Ellsberg, Bradley Manning, Julian Assange, Edward Snowden … Todos ellos revelan secretos de Estado, pero nada parece vincular a estos hombres de perfiles y caminos tan diferentes.
Sin embargo, estos denunciantes comparten mucho más que el mero hecho de estar en la misma lista negra de Washington. Cada uno tiene la distinción de tener un sentido de la moral fuera de lo común, este «conocimiento del bien y del mal» que impide a una persona actuar contra su conciencia.
Cualquiera sea la razón que llevó a los cuatro hombres a actuar de acuerdo con sus principios, el hecho es que todos ellos tuvieron que aprender a vivir con las consecuencias de sus acciones. Tenían la esperanza de cambiar el mundo, pero ahora se enfrentan a un gobierno enojado y a una multitud de medios de comunicación ansiosos de nuevos secretos. Pero el ciudadano ordinario, ¿cómo toma estas revelaciones?

¿Traidores o héroes?
«Él es un traidor», dijo sin rodeos el Presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, en referencia a Snowden.
La pregunta fue hecha muchas veces y lo seguirá siendo. Los denunciantes, lanzadores de alertas, ¿son héroes o traidores? El presidente Barack Obama también es inflexible: «Edward Snowden no es un patriota.»
Para el profesor de la Universidad de Laval y titular de la Cátedra de Investigación de Canadá en vigilancia, Stéphane Leman-Langlois, la cuestión es más compleja. Edward Snowden, por ejemplo, es un poco de ambos. En el sentido de la ley de EE.UU., es un traidor, pero la respuesta cambia si el problema se aborda desde un punto de vista ético.

«Hay una tendencia desde hace quince años en Canadá, Estados Unidos y Europa. Los gobiernos se encierran enormemente y esconden cada vez más actividades a los ciudadanos. “ El intento de Snowden o Bradley Manning de dar vuelta a esa tendencia se convierte, de este modo, en un acto heroico.
El ex teniente coronel de las Fuerzas Canadienses, Rémy Landry, no está de acuerdo. «Él ha traicionado el compromiso que había firmado con la agencia de seguridad nacional, no hay duda en mi mente», dice, denunciando al mismo tiempo la huida de Edward Snowden a Rusia.
«Si él está realmente convencido, entonces que se enfrente a la justicia estadounidense, en lugar de tratar de escapar.» – Remy Landry, el ex teniente coronel de las Fuerzas Canadienses

La reacción del ex agente del Servicio de Inteligencia de Seguridad Canadiense (CSIS) Michel Juneau-Katsuya es más matizada. «Él dijo algo e inició con eso una discusión en un proceso democrático […] tal vez la forma de hacerlo es cuestionable, pero el tema de fondo es importante», dice.
Misma opinión del lado del titular de la Cátedra LR Wilson sobre el derecho de las tecnologías de la información y del comercio electrónico, Pierre Trudel, que cree que existen «normas superiores» que permiten a una persona expresarse cuando esas acusaciones «, a corto y medio plazo, son beneficiosas para la democracia.»
El nivel “ultrasecreto”
Además de un amplio debate sobre el derecho a la vida privada, los secretos revelados por el ex empleado de la NSA destacaron una práctica generalizada en los Estados Unidos: la privatización de cientos de miles de puestos de trabajo ligados de cerca o de lejos a la seguridad del Estado.
Esta práctica puede ser peligrosa para el que cultiva la confidencialidad. Según el profesor Leman-Langlois, mientras el gobierno continúe distribuyendo el acceso a documentos secretos – lo que él llama «autorización de seguridad» – a los estadounidenses comunes y corrientes continuará aumentando sus riesgos de ver estallar nuevos “lanzadores de alertas”.
«Esto es ridículo», dice el investigador, «pero estamos en un Estado de seguridad y necesitamos de tanta gente para hacer el trabajo, que se les da autorizaciones de seguridad.»

Ellos son ahora casi un millón de empleados que tienen la más alta calificación de seguridad, la calificación de «muy secreto». Casi 4 millones de personas han calificado como «secreto» en los Estados Unidos.Leman-Langlois
Booz Allen Hamilton, la empresa privada que contrató a Edward Snowden, tiene 25.000 empleados, incluyendo 12 mil que fueron calificados como «ultrsecreto». El analista trabajó durante cuatro años en nombre de la NSA cuando reveló el programa PRISM.
Bradley Manning, formó parte del Ejército de EE.UU. durante dos años cuando fue trasladado a Irak para ser nombrado analista de inteligencia militar. Él tenía 21 años cuando tuvo acceso a los 700.000 documentos enviados a los dirigentes de WikiLeaks.
La NSA ya ha anunciado que suprimía el 90% de los cargos de administradores de sistemas. La automatización de los sistemas los hará «más fácil de defender y más seguro», dice la agencia.
El profesor Leman-Langlois no lo cree.
«El lobby de la industria de la seguridad es tan poderoso que es casi imposible dar marcha atrás. – Stéphane Leman-Langlois
Un hecho que no discute el ex analista militar de la guerra de Vietnam, Daniel Ellsberg que afirma en una entrevista en línea al Salon que el 70% del presupuesto de inteligencia de EE.UU. – casi 60 mil millones de dólares- va a contratistas privados.
Ellsberg teme a los abusos que puedan surgir de tal programa de seguridad. «Obviamente, los Estados Unidos hoy en día no son un Estado policial. Sin embargo, dada la magnitud de la invasión de la privacidad, tenemos aquí la infraestructura electrónica y legislativa de un tal estado, avanza » Ellsberg en una carta abierta publicada el día después de las revelaciones de Snowden.
¿Y ahora?
La revelación de la existencia de un programa cibernético de vigilancia puede haber frenado la carrera por la opacidad del gobierno de EE.UU., pero no la ha detenido, dice el profesor Leman-Langlois.
Incluso los recientes compromisos de transparencia realizados por Obama no han convencido.
«Vamos a encontrar todo tipo de formas de burlar ese sistema», dijo refiriéndose a la promesa de Obama para que ambas partes sean escuchadas en las sesiones del tribunal de la FISA, la corte especial asignada a la aprobación de las acciones de la NSA.
Un solo pedido a la FISA permite a los gobiernos poner bajo escucha a decenas de miles de estadounidenses, dice Leman-Langlois.
Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (FISA)
Ley de EE.UU que data de 1978 y enmarca los procedimientos que rigen la vigilancia física y electrónica. Fue modificada en 2007 por el presidente George W. Bush, lo que permite a la NSA autorregularse a sí misma en lugar de tener que conseguir una orden para espiar a sus objetivos fuera de los Estados Unidos.

En su entrevista al medio en línea Salon, Daniel Ellsberg confirmó la obsolescencia de FISA.
«Así que tienes una corte. Y el presidente dice: «Bueno, tenemos nuestra solicitud aprobada por el tribunal. Sí. Y esta Corte, que se reúne en secreto y sólo escucha la opinión del gobierno rechazó un total de seis solicitudes del Gobierno sobre decenas de miles de personas. » Daniel Ellsberg
Daniel Ellsberg aún cree que el «alerta» lanzado por Edward Snowden en junio de 2013 puede tener muchos ecos. Incluso llama a esas revelaciones las «más importantes», desde los Papeles del Pentágono (Pentagon Papers).
Según él, los Papeles del Pentágono también eran sólo la punta del iceberg. En la década de 1970 ocurrió el escándalo del Watergate y en 1986 el asunto Irán-Contras.

Pero ¿si el control de los ciudadanos y la cultura del secreto no fueran de temer?
De hecho, hay una lógica detrás de los argumentos de la defensa para proteger secretos de Estado, dijo el profesor Pierre Trudel.
Pero de tanto etiquetar los programas de «Top Secret», el Estado corre otro peligro que no tiene nada que ver con la amenaza terrorista.
«Es seguro que si los mecanismos establecidos para vigilar se hacen esconder cosas, los ciudadanos no tendrán confianza, y cuando usted no tiene confianza en un sistema es extremadamente peligroso y dañino para la democracia «dice el profesor Trudel.
Agrega que el ciudadano, si no está de acuerdo con las prácticas del gobierno, debe ser más exigente en términos de transparencia.
Tras el caso Snowden, sin embargo, más de la mitad de la población de EE.UU. apoyó el argumento de la seguridad planteado por la administración Obama. En una encuesta del Washington Post y el Centro Pew Reasearch, el 56% de los estadounidenses considera «aceptable» que la NSA recoja datos telefónicos para llevar a cabo investigaciones sobre terrorismo.
Julian Assange, Bradley Manning y Edward Snowden lanzaron una alerta a la opinión pública, ya que consideraron que las acciones del gobierno eran ilegales.
El futuro dirá si ella escuchó su mensaje.
- 5 millones: El número de estadounidenses que tienen una de las dos calificaciones más altas de seguridad en los Estados Unidos
- 60 mil millones: El costo aproximado de los programas de seguridad de Estados Unidos
- 70%: Es el porcentaje del presupuesto de inteligencia de EE.UU. que va a contratistas privados
- 56%: el porcentaje de estadounidenses que consideran «aceptables» que la NSA recoja datos telefónicos
Tomado del sitio “En profondeur” de Radio Canadá.
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