John “Jack” Ford, veterano de la Segunda Guerra Mundial murió a los 94 años este 24 de septiembre. Nacido en San Juan de Terranova, estuvo en Nagasaki en 1945, cuando EE.UU. lanzó una bomba nuclear.
También fue un prisionero de guerra en Japón en el apogeo de la guerra en el Pacífico. En Canadá era muy conocido por denunciar con frecuencia los horrores de la guerra nuclear.
EscucheJohn “Jack” Ford todavía recuerda la explosión de una bomba atómica como si fuera ayer.
Piedras y fragmentos de vidrio se precipitaron a través del aire, y un calor intenso se propagó entre la gente que corría en busca de refugio.
No sabíamos lo que nos pasó. Lo único que se podría pensar, dadas las circunstancias, era que el mundo estaba llegando a su fin.
El ex prisionero de guerra, John Ford se estaba refiriendo al 9 de agosto de 1945 y a la explosión de la bomba atómica bautizada Fat Boy por los estadounidenses, que destruyó la ciudad de Nagasaki , Japón, y puso fin a la Segunda Guerra Mundial.

La explosión mató instantáneamente a 70 mil japoneses pero muchos más murieron luego a causa de los efectos de la radiación.
En el centro de la explosión, donde la temperatura se elevó igual a la de la superficie del sol, la gente fue reducida a cenizas.
Ford, en ese momento prisionero de los japoneses y mano de obra esclava, se encontraba a siete kilómetros de la zona cero, trabajando en el astillero de la ciudad.
Era miembro de la Royal Air Force y había sido hecho prisionero por Japón hacía más de tres años. Fue el prisionero número 2207.

Sufrió violencia cotidianamente, y fue mantenido en un estado permanente de hambre.
Brutalidad. Eso es todo lo que había. Los muchachos se arrastraban para regresar a sus habitaciones. Algunos apenas podían arrastrarse. ¿Por qué razón? No lo sabemos . Todavía no lo sabemos. «

Ford nunca le perdonó ese maltrato a Japón a pesar de las disculpas de ese país.
Ni olvidó los horrores desencadenados sobre sus compañeros.
Te rompería el corazón haberlos visto. No eran más que un pedazo de carne. Quemados. Gritando. Fueron quemados por nada.
Dijo que nunca volvería a Japón.
Pero hace alrededor de unos 10 años regresó a Nagasaki con un equipo de la televisión de CBC/Radio Canadá donde se encontró con un sobreviviente de los bombardeos.

Y en un intercambio emocional con el alcalde de Nagasaki, Ford le describió sus esfuerzos por mantener vivos sus recuerdos:
«Continuamente les cuento a los niños lo que pasó. Y siempre termino con la frase… Que no haya más Hiroshimas ni Nagasakis «.
Desde la bomba, Ford tuvo cuatro operaciones por cáncer de piel, una consecuencia de su exposición a la radiación de la explosión.
Ford y su experiencia fue el tema de un libro titulado The Jack Ford Story, escrita por Jack Fitzgerald.

Para mí su muerte significa la pérdida de un gran amigo… y un gran Terranovense . Jack Fitzgerald
Fitzgerald dice que Ford se impuso la misión de compartir su experiencia a quien quisiera escucharlo, y que por haber haber vivido las crueldades de la guerra, fue después un gran defensor de la paz. Tal vez, porque como lo señaló John “Jack” Ford él mismo:
La guerra no ha terminado para mí. Nunca ha terminado para mí.
Cuando la Memorial University en St. John, Terranova, le concedió un doctorado honoris causa, dijo hacerlo por la elocuente devoción que demostró «durante muchos años de su vida para despertar en nosotros una conciencia de la locura y la inhumanidad de la guerra. »
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