La intervención humanitaria del Equipo de intervención en casos de catástrofe (DART por sus siglas en inglés) en Filipinas ya terminó. Trecientos quince soldados canadienses de esta unidad habían sido desplegados en el archipiélago después del paso del tifón Haiyán. La misión humanitaria canadiense regresa al país después de haber purificado 500.000 litros de agua, prestado atención médica a 6500 pacientes y haber limpiado 130 kilómetros de carreteras.
Ayer, durante una rueda de prensa telefónica a partir Filipinas, el embajador canadiense Neil Reeder expresó su satisfacción sobre los resultados de la operación que comenzó el 11 de noviembre, tres días después del paso del tifón.
“Durante mis visitas a la isla de Panay, incluyendo ayer y hoy, y en conversación con las autoridades locales y nacionales, queda claro que los esfuerzos de Canadá fueron apreciados”, dijo el embajador Reeder.
Pero para lo que sigue, es decir, los esfuerzos de reconstrucción, la presencia de los militares canadienses no es más necesaria.
“Las condiciones sobre el terreno mejoraron (…) el gobierno de Filipinas, el ministerio canadiense de Relaciones Exteriores, de Comercio y de Desarrollo, y diversos organismos no gubernamentales continúan los esfuerzos para la reconstrucción”, dijo el teniente general Stu Beare, comandante del Comando de Operaciones Inter-armas de Canadá, en un comunicado emitido por el ministerio de Defensa.
El tifón que azotó al archipiélago el 8 de noviembre dejó más de 6.000 muertos. Alrededor de 2000 personas siguen desaparecidas y las casas de 16 millones de filipinos deben ser reconstruidas. Se estima que este esfuerzo debe durar 3 años.
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