La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, interrumpió sus vacaciones de fin de año para visitar este viernes una región del sureste del país que se encuentra inundada tras las fuertes lluvias de los últimos 15 días.
Las inclemencias han dejado hasta el momento un saldo de 40 muertos y más de 70.000 personas desplazadas o sin hogar.
La presidenta sobrevoló en helicóptero la ciudad de Governador Valadares, en el estado de Minas Gerais, donde las lluvias comenzaron a caer desde octubre y se intensificaron en los últimos días.
Según las autoridades de la Defensa Civil, 34 municipios de este Estado se encuentran en condiciones de desastre público: 17 personas murieron y otras 9.500 tuvieron que abandonar sus hogares.
En la Nochebuena, Rousseff sobrevoló el vecino Estado de Espirito Santo, duramente afectado por el mal tiempo. Allí murieron 23 personas. Otras dos personas están desaparecidas.
Un total de 52 municipios de este Estado se encuentran afectados por las inundaciones y unas 61.000 personas fueron evacuadas.
«Nunca he visto tanta agua», dijo Rousseff al descender del helicóptero.
En ambos Estados, donde la conexión por carretera se encuentra interrumpida y donde varios puentes se derrumbaron, los damnificados tuvieron que pasar el día de la Navidad refugiados en escuelas, gimnasios e iglesias.
La Fuerza Aérea brasileña informó que utilizó varios helicópteros para evacuar a unas 162 personas que se encontraban aisladas por las aguas en los últimos días. También distribuyó ocho toneladas de medicamentos, alimentos y agua potable.
Brasilia autorizó este viernes el desembolso de casi tres millones de dólares para proporcionar ayuda a los damnificados y el restablecimiento de los servicios esenciales en Espirito Santo.
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