“Que buen insomnio si me desvelo sobre tu cuerpo” dice Mario Benedetti. Digamos que en general los seres humanos, salvo las excepciones claro está, duerme por períodos que se conocen como monofásicos, es decir un bloque de 8 horas que pasa por varias fases en el sueño: que podemos catalogar, muy prosaicamente, como ligero, mediano y profundo. Según ciertas teorías que circulan, algunas personas deciden cambiar sus costumbres de sueño monofásico, cortando el sueño ligero, durmiendo 3 horas de sueño profundo y después haciendo siestas de 20 minutos a horas regulares durante el día. Es lo que se llama sueño polifásico.

Pero los ritmos circadianos sobrepasan el simple ciclo de la vigilia y el sueño. Es decir que también contemplan los ciclos del metabolismo de los alimentos, de la respuesta inmunitaria y de la salud cardio-respiratoria. Hay un ritmo circadiano que influye en la variabilidad cardíaca, que “obliga” de cierta forma al corazón a disminuir su ritmo durante la noche, lo cual tiene un impacto benéfico en la salud del corazón en tanto que músculo.
Sin hablar del desorden en la cantidad total de melatonina que produce el cuerpo. Algunos estudios epidemiológicos han estudiado la relación entre la reducción de la melatonina, la exposición a la luz durante la noche y un aumento importante del riesgo de contraer un cáncer de cualquier tipo.
En otras palabras, hasta que no haya una prueba científica de lo contrario, la doctora Diane Boivin, directora del Centro de estudio y tratamiento de los ritmos circadianos en el Instituto Universitario Douglas de Montreal, recomienda dormir el mayor tiempo posible durante la noche, en un sueño monofásico que tratar de destajar el sueño en partes.
Tomado de Les années lumières (Ève Christian), el programa de cultura científica de la radio francesa de Radio Canadá.
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