¿Es aceptable que un hombre invada el espacio de una mujer para decirle alguna lisonja, algún comentario sobre su apariencia física, o una grosería?
El piropo, ¿es una elegancia verbal, una expresión de admiración de la belleza física, o una forma se sexismo y control de la mujer?
¿Debe aceptar una mujer que los hombres le lancen piropos apenas pone los pies en la calle?
Carla Green es editora de reportajes del periódico de estudiantes de la Universidad McGill en Montreal. Ella pasó una temporada en Argentina donde conoció de primera mano esa costumbre de escuchar lo que para ellos es una galantería y para ella resultó siendo una serie de momentos desagradables.
A partir de esa experiencia ella escribió un largo artículo titulado Living on a runway, an exploration of catcalls and the violence behind them, Viviendo en una pasarela de moda, los piropos y la violencia que esconden.
Según Green, su experiencia y la elaboración del reportaje le demostraron que falta una reflexión más profunda sobre esa costumbre, que hay una falta de empatía de parte de quien lanza el piropo, ya que no se pone en el lugar de la persona que recibe el piropo.
Aunque los jóvenes a los que ella entrevistó justificaron esa práctica como manera de abrir la conversación, Green sostiene que no es una buena opción comenzar un dialogo a partir de la apariencia física de una mujer.
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