El pasado lunes la Corte Internacional de Justicia de La Haya emitió un fallo sobre el diferendo limítrofe entre Perú y Chile.
La Corte concedió a Perú un “triángulo exterior” que hasta ahora era chileno, con su vértice a partir de las 80 millas náuticas, lo que representa un 70% de la demanda que Lima presentó en 2008 en torno a una rica región pesquera.
Los magistrados del alto tribunal dejaron intacta la frontera marítima, tal como defendían los chilenos, pero sólo hasta las 80 millas náuticas, no las 200 que Santiago pretendía seguir conservando.
A partir de la milla 80, la Corte Internacional de Justicia redibujó la frontera dejándola en una línea equidistante y entregándole a Perú un triángulo que en los últimos siglos había controlado Chile.
Tras el fallo, tanto el presidente chileno, Sebastián Piñera, como el peruano Ollanta Humala, reaccionaron favorablemente.
Piñera dijo que la Corte Internacional de Justicia “ha confirmado en lo sustancial la posición chilena” mientras Humala dijo que “Perú se siente complacido con esta opción de paz”.
Por su parte, el presidente Evo Morales de Bolivia dijo que espera que la Corte actúe con la misma equidad en el caso de la demanda marítima boliviana presentada ante el más alto tribunal internacional.
En Montreal, el analista político Marcelo Solervicens encuentra que esta decisión, y su recepción tanto por el gobierno como por la población muestra un avance en cuanto a la manera de resolver los diferendos limítrofes. También destaca que el fallo salomónico ha dejado atrás cualquier posibilidad de reacciones chauvinistas en ambos países.
En conversación con Radio Canadá Internacional, Marcelo Solervicens destaca que este fallo augura una posible solución a la demanda de Bolivia de recuperar una salida al mar, demanda que se encuentra siendo estudiada por la Corte Internacional de Justicia, cuyo fallo puede tomar varios años.
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