En este 14 de febrero, día de la San Valentín vamos a hablar de chocolates con una chocolatera y a lo mejor, la conversación con mi invitada los inspire, ya sea para este día de los enamorados o para cualquier otro día.
Olga Coronado Mijangos es nativa de Guatemala, lleva ya 27 años viviendo en Canadá, de los cuales, pasó 10 años en Montreal y los últimos 17 en la ciudad de Val d’Or en la nórdica región de Abitibi-Temiscamingue
Como los inviernos en esa parte de Quebec son bastante largos y que no había en ese momento en Val d’Or, un lugar donde tomarse un café, un chocolate, un helado o un pastelito, doña Olga se dijo que quizá esa era un buen contexto y una buena oportunidad para abrir un negocio. La idea le vino a la mente en el 2000 y en 2001 inauguró Choco-Mango en el centro comercial de esa ciudad.
La tradición de los dulces ya ella la tenía en la sangre, si podemos decirlo así. En su Guatemala natal, cuando era niña, su padre tenía una fábrica de dulces. Ella nos dice que fue su papá quien le pasó la pasión de los dulces, pero esa pasión por el chocolate todavía no se había anclado en ella y se manifestó años más tarde, cuando llegó a este país.
Ya como inmigrante en Canadá, doña Olga comenzó a seguir cursos en la Academia de Chocolate Barry Callebeaut y después de haber pasado con éxito esos cursos siguió capacitándose hasta convertirse en la chocolatera que es hoy en día.
Pero la gran especialidad de la chocolatera de Val d’Or es fabricar chocolates que sean cómplices de los vinos y los acompañen a la perfección. Tanto a vinos blancos como vinos tintos. Una tarea a la que se ha entregado con mucha dedicación en los últimos 6 años.
EscuchePablo Gómez Barrios conversó con Olga Coronado Mijangos.
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