Unos veinte mil comprometidos celebraron este viernes en Roma el Día de San Valentín en medio de la euforia.
El Papa les exhortó a «no tener miedo a las elecciones finales», y a pedir el perdón, que es una condición del éxito en la vida de pareja.
El amor «no debe ser construido sobre la arena de los sentimientos, sino sobre la roca del verdadero amor que viene de Dios. Hay un temor general a tomar decisiones finales pero no se dejen vencer por la cultura de lo pasajero», exhortó el Papa durante la fiesta que tenía el aire de una inmensa kermesse de parroquia italiana, con buen tiempo, en la plaza de San Pedro.
«El hombre perfecto no existe, la mujer perfecta no existe, y mucho menos la suegra perfecta», dijo el Papa haciendo gala de humor.
El Papa Francisco, hostil al matrimonio gay, está atento ante la crisis de la pareja católica tradicional, marcada por numerosos divorcios y separaciones después de una boda en la iglesia, ceremonia transformada a menudo en una simple convención social. Un consistorio y dos sínodos deben considerar estos temas en los próximos doce meses.
Jorge Mario Bergoglio ha llamado a menudo a los católicos a «nadar contra la corriente», adhiriéndose al matrimonio que «no es una simple fuerza de la gratificación afectiva.»
El realismo del Papa hizo que en su alocución él diga muy poco sobre la cohabitación antes del matrimonio, una práctica muy común en la actualidad. En el pasado Juan Pablo II y Benedicto XVI insistían mucho más sobre este punto.
El «San Valentín del Papa», una iniciativa del Consejo Pontificio para la Familia, tuvo un éxito inesperado, probablemente debido a las grandes- expectativas que suscita el Sumo Pontífice argentino, considerado más tolerante ante las situaciones más diversas.
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