Probablemente porque cuando el atleta se desarrolla, no se dopa la víspera de la primera Vuelta de Francia o de los primeros Juegos Olímpicos. En la balanza él o ella, va a poner los beneficios esperados y los riesgos que hay que correr. Los riesgos para la salud entre los jóvenes no existen, no cuentan. Ellos se dicen que se dopan, será por un período muy corto y al final de su carrera tendrá suficiente dinero para administrar los daños colaterales.
Siempre habrá entonces un mercader de moléculas milagrosas. Mientras que el deporte de élite sea el caldo de cultivo de esos mercaderes, los deportistas van a tratar siempre de empujar al extremo la explotación de sus cuerpos.
Con respecto a los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi, que acaban de terminar, el papel de Christianne Ayotte, directora del Laboratorio de Control del Dopaje en el Instituto Nacional de Investigación Científica Armand Frappier, de Montreal, fue de vigilar al que vigila. Es decir, asegurarse que todas las pruebas que se hagan en el laboratorio de Moscú, se hagan según las normas internacionales.
Pero al parecer, los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi han sido bastante limpios. El único lunar sería el de la biatlonista alemana Evi Sachenbacher-Stehle, cuyos resultados de una prueba antidopaje se habrían revelado anormales. A estas alturas del partido todavía no se ha confirmado esta información.
Y de esta forma terminamos esta serie de 3 reportajes sobre la historia del dopaje deportivo.
Por razones que escapan a nuestro control, y por un período de tiempo indefinido, el espacio de comentarios está cerrado. Sin embargo, nuestras redes sociales siguen abiertas a sus contribuciones.