Los estudiantes adolescentes de la Escuela Secundaria Danwon se reían nerviosamente a bordo del ferry de Corea del Sur cuando comenzaba a inclinarse hacia las aguas.

En los videos del teléfono celular de una de las víctimas del desastre que ha sacudido a Corea del Sur, los adolescentes hablan de tomar selfies, se preguntan si van a figurar en las noticias y discuten acerca de la publicación de las emociones vividas más tarde en Facebook.
Pero la atmósfera despreocupada pronto se tornó seria cuando la inclinación empeoró. Empezó a sentirse temor, y un estudiante preguntó: «¿De veras voy a morir?».
El tembloroso video fue hallado en el teléfono celular perteneciente a Park Su-hyeon, de 17 años, cuando su cadáver fue recuperado después del desastre ocurrido la mañana del 16 de abril en aguas surcoreanas.
El padre del muchacho, Park Jong-dae, entregó el video a la agencia The Associated Press el jueves, pues, según dijo, quería mostrar al mundo cómo eran las condiciones a bordo del Sewol mientras se hundía. Previamente lo había compartido con algunos medios surcoreanos.
Más de 300 personas murieron o están desaparecidas por el naufragio, el cual sumergió a Corea del Sur en luto y originó una ola de indignación y vergüenza. Alrededor de 220 cadáveres han sido recuperados, la mayoría dentro del navío. Más de 80% de las víctimas eran estudiantes de una escuela secundaria en Ansan, al sur de Seúl, rumbo a la isla turística Jeju para un viaje escolar.
El ánimo del grupo de adolescentes que aparecen en el video de Park Su-hyeon varió entre fanfarronadas, intentos de mantener el buen humor y temor.
Solo se pudo apreciar a uno que llevaba un chaleco salvavidas al principio del video, que comenzó a las 8:52 a.m. y terminó a las 9:09 a.m., con una breve pausa. Al final se veía a todos con un chaleco.
«Yo me voy de aquí», dijo uno. «Yo también», agregó otro. Uno de los estudiantes dijo: «Ahora hay que sobrevivir».
En un momento dado, se escuchó a los muchachos pronunciar sus últimas palabras para sus familiares. Algunos advirtieron a sus hermanos que no participaran en viajes escolares a menos que quisieran terminar como ellos.
«Hasta aquí llegamos. Tengo que dejar unas palabras de despedida antes de morir», dijo un estudiante. «Mamá, te quiero», dijo otro.
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