Este 1 de mayo se llevaron a cabo marchas en celebración de Día internacional de los trabajadores en todo el mundo. Esta fecha, que tiene sus orígenes en la lucha por la jornada laboral de ocho horas que se llevó a cabo en Chicago a fines del siglo XIX, continúa siendo un espacio de reivindicación laboral y cuestionamiento del sistema económico imperante.
Ese cuestionamiento a la economía de mercado, al darwinismo de la sociedad capitalista, y en general a todas las ideologías que acaban siendo aplicadas de manera mecánica, es tema frecuente en el cine canadiense. Una muestra de ello es la película del director Denys Arcand, titulada Les invasions barbares. Las invasiones bárbaras, una coproducción franco-quebequense que salió a las pantallas en 2003.
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El personaje principal, Rémy, interpretado por el actor canadiense Rémy Girard, está en el hospital, esperando la muerte. Los valores de este ex profesor universitario y ex hippie chocan frontalmente con los valores de su hijo Sébastien, interpretado por Stéphane Rousseau, quien cree en la acumulación de la riqueza y gana bastante dinero en el mundo de las finanzas en Londres.
Las invasiones bárbaras es la continuación, diecisiete años más tarde, de los personajes de una película que es un hito en la cinematografía canadiense: Le déclin de l’empire américain, o La decadencia del imperio americano.
Esta película es al mismo una radiografía de los sueños y ambiciones políticas, filosóficas e inclusive eróticas de una generación de quebequenses que ve que ha llegado la hora de salir del escenario de la historia.
Entre los premios cosechados por esta película figura un Oscar otorgado en 2003 a la mejor película extranjera. También ganó un César a la mejor película, otro César al mejor director, Denys Arcand, y otro más por el mejor guion original o adaptación. En el Festival de Cannes recibió el premio a la mejor actriz, otorgado a Marie-Josée Croze, así como otro premio por el mejor guión.
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