Las fuerzas insurgentes sirias comenzaron a retirarse este miércoles de la ciudad de Homs, cuna del levantamiento contra el régimen sirio. Esta retirada es una victoria simbólica para el presidente Bashar al-Assad, a menos de un mes de unas elecciones presidenciales que llevarán a su posible reelección.
Autobuses llevando a cientos de combatientes comenzaron a abandonar el centro de la ciudad sitiada en una retirada acordada entre los rebeldes y las fuerzas leales a Assad.
El acuerdo incluye la liberación de prisioneros en manos de los rebeldes en las provincias de Alepo y Latakia, y el alivio de la presión rebelde en dos localidades chiitas sitiadas por fuerzas insurgentes al norte de Siria.
Los combatientes, en su mayoría suníes, se habían atrincherado en la Ciudad Vieja de Homs y en los distritos cercanos, a pesar de carecer de suministros, de armas y sufrir por más de un año el bombardeo constante de las fuerzas gubernamentales.
Las imágenes de la evacuación mostraban a un grupo de hombres subiendo a un autobús verde, vigilados de cerca de una decena de uniformados. Frente al ómnibus un vehículo blanco con los signos de Naciones Unidas ayudaba a la operación.
Fuentes rebeldes señalaron que unas 1.900 personas, en su mayoría combatientes, estaban siendo evacuadas, comenzando por 600 insurgentes heridos y familiares civiles.
A diferencia de la evacuación de civiles de Homs que se llevó a cabo en febrero, los activistas informaron que las fuerzas de seguridad del gobierno no realizaron detenciones para controles y que los combatientes podían guardar posesión de sus armas livianas.
Esta retirada se produce tras una serie de victorias del Ejército sirio apoyado por su aliado libanés Hezbolá a lo largo de un corredor estratégico que une la capital Damasco con Homs y la zona en que prevalece la minoría alauita, a la que pertenece Assad y que es una rama del islam chiita.
La retirada rebelde de la ciudad de Homs, apodada la «capital de la revolución» cuando manifestantes comenzaron a protestar contra Assad en 2011, consolidará el control militar del mandatario de cara a una elección presidencial el próximo 3 de junio.
En esa elección, a la que sus opositores han calificado de farsa, es muy probable que Assad obtenga una victoria.
La oposición argumenta que no se puede llevar a cabo ninguna votación creíble en un país fracturado por la guerra civil, donde partes del territorio están fuera del control del Gobierno, con seis millones de personas han sido desplazadas y otros dos millones y medio de sirios que han buscado refugiado en el exterior.
Más de 150.000 personas murieron en lo que va de la guerra civil. Millones más han huido de sus casas y las autoridades han perdido control sobre territorios en el norte y este del país. Los combates suelen causar más de 200 muertes diarias.
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