Los agricultores canadienses temen tener que pagar por semillas obtenidas a partir de sus propias cosechas, pero sembradas inicialmente a partir de semillas genéticamente modificadas, si las reformas de las leyes sobre la agricultura propuestas por Ottawa son adoptadas.
Si el proyecto de ley es adoptado, las compañías de semillas que tienen los derechos sobre una variedad de granos, tendría el control sobre la venta y la utilización del producto. Y en consecuencia, sobre las semillas obtenidas de una cosecha hecha a partir de granos patentados. Estas compañías podrían entonces reclamar una compensación sobre la cosecha del agricultor que haya utilizado las semillas sin haber obtenido su autorización.
El proyecto de ley apunta sobre todo a los organismos genéticamente modificados, pero también a otros tipos de “obtenciones vegetales” como las semillas obtenidas de cruces biológicos, tal como lo define la Convención de la Unión Internacional para la protección de las obtenciones vegetales.

Los agricultores temen que la reforma de la ley haga aumentar el precio de las semillas en Canadá. Un gasto suplementario para los agricultores que no tendrán otra alternativa que de transferírselo a los consumidores.
Varias grandes fincas productoras de cereales utilizan ya semillas certificadas. Sylvain Charlebois, vice decano de la Escuela de Gestión de la Universidad de Guelph, Ontario, y especialista de temas alimentarios, está convencido que el aumento de las ganancias compensa ampliamente los costos suplementarios.
Según él, la proposición del gobierno conservador provocó un debate sobre la viabilidad de las fincas familiares, más pequeñas.
La Federación Canadiense de la Agricultura estima que este proyecto de ley permite conciliar el rendimiento de la investigación sobre las obtenciones vegetales y el “derecho de los agricultores de conservar las semillas para su uso personal”. Mientras que la Unión Nacional de Agricultores por su parte, teme que ese proyecto de ley confiera a las multinacionales de la industria agroalimentaria más ganancias, poder y control sobre sus sistemas alimentarios y agrícolas.
En Ottawa, el gobierno mantiene que la utilización de las semillas de las cosechas seguirá siendo autorizada.
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