Una pregunta quedará siempre en la mente de algunas personas cuando el Primer ministro de Canadá inaugure hoy su conferencia internacional sobre la salud materna e infantil en los países en vías de desarrollo: ¿El tema preocupa verdaderamente a Stephen Harper o se trata simplemente de otra maniobra política?
La respuesta a esta pregunta variará considerablemente en función de la persona a la que se le haga.
Por un lado se tiene a los trabajadores humanitarios, diplomáticos y funcionarios que piensan que la disminución de la inversión de Ottawa en la ayuda internacional y la disolución de la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional, ACDI, son signos de la hipocresía que caracteriza a la política exterior de Stephen Harper.
Por el otro lado, están los que agradecen sinceramente al Primer ministro de poner un énfasis sobre la importancia de reducir anualmente el número de decesos evitables de mujeres encinta, de recién nacidos y de niños en los países pobres.
El primer ministro Harper, que será el anfitrión de la cumbre “Salvar cada mujer, cada niño: un objetivo a nuestro alcance”, puede contar con el apoyo de personalidades famosas.
La filántropa Melinda Gates, el Secretario general de Naciones Unidas, el Aga Khan y la reina Rania de Jordania estarán presentes en Toronto, para participar en la apertura de esta cumbre que durará tres días.
Por otra parte, el Grupo McLeod, una reagrupación de universitarios, ex diplomáticos y otros empleados gubernamentales, reprocha a Ottawa su rechazo a financiar proyectos vinculados al aborto en los países en vías de desarrollo. El gobierno Harper actúa así para no enemistarse con su base conservadora, afirma la reagrupación.
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